Mientras intento describir a Rocío Alegría, trato de establecer en mi mente las características y los adjetivos en un orden que tengan sentido para esta entrevista. Rocío es una comprometida mujer feminista, de 21 años y audaz estudiante de cuarto año de la carrera de Psicología de la Universidad de La Frontera. En esta descripción, que profundizaré enseguida, deja fuera el hecho de que Rocío es también mi amiga, quizás porque nuestra amistad tiene poca relación con el hecho de que esté entrevistándola hoy, sin embargo los contextos y circunstancias de nuestra amistad dan cuenta de que las palabras que utilizo para definir a Rocío son completamente ciertas. Nos conocimos en la reunión de una comisión creada en el año 2017, que buscaba generar un protocolo que regulase lo que ocurría con las denuncias de acoso y abuso sexual realizadas por estudiantes de la universidad que hasta el momento quedaban sin una solución reparadora para con las víctimas, todo esto mucho antes de que la ola de tomas y paros feministas universitarios estallaran a lo largo de todo Chile.
En los comienzos de nuestra amistad nos encontramos muchas veces discutiendo sobre feminismo, dentro y fuera de las reuniones de la comisión por el protocolo. En estas conversaciones supe no solo de la audacia de Rocío para hacerle cara a las injusticias que agobian a las mujeres, sino que también del compromiso real a generar un cambio. En el año 2017, en paralelo a su trabajo en la comisión del protocolo, Rocío era parte del Centro de Estudiantes de su carrera, como vocera de Género y Sexualidades, y quien se encontraba tras la organización de varias actividades que buscaban movilizar y educar a los estudiantes de la Ufro sobre materias de género. Muchas veces le vi argumentando acaloradamente en las asambleas generales, frente a todo aquel que quisiera dignarse a asistir a una asamblea, denunciando los casos de abuso y acoso, junto con la discriminación vivida por las mujeres y disidencias sexuales de nuestra universidad.
A comienzos de este año, las palabras “audaz” y “comprometida” volvieron a ratificase, cuando ciertas universidades chilenas comenzaron a movilizarse en una ola de “feminismo universitario” que buscaba hacer aquello que conocí a Rocío haciendo, denunciar y dar cara la violencia de género dentro de los espacios universitarios. No me sorprendió ver a Rocío volverse una de las impulsoras de este movimiento en la Ufro, ni verla hacerse cargo de llamar a las primeras asambleas de mujeres, que evolucionarían en las tomas de edificios por mujeres, no me sorprendió que fuese parte de la mesa de negociaciones con las autoridades universitarias y tampoco me sorprendió verla convertirse en una de las cabezas de una movilización que asegura no tener jerarquías, pero cuyos rostros claves pueden ser fácilmente distinguidos por aquel que mira con atención. Me atrevería a decir que Rocío es uno de esos rostros claves y es por eso que estoy entrevistándola hoy.
¿Cómo ha sido el trabajo a la hora de ver que todo lo que se acordó en la mesa de negociación sea implementado por la universidad? ¿De qué forma haces ese trabajo considerando que debes continuar con tu vida académica?
La vuelta a clases ha sido algo intensa, puesto que es un bombardeo de actividades académicas, más la responsabilidad de ver que estos acuerdos, el petitorio general ganado en esta movilización, se esté cumpliendo. Muchos de los acuerdos tienen plazos distintos, así que estamos muy atentas a eso, seguimos con asambleas de mujeres Ufro, triestamentales y biestamentales, en dónde vamos viendo los avances de cada comisión.
Para supervisar que se concrete el petitorio se formaron comisiones que se dividen en tres, la del protocolo contra el acoso, la comisión triestamental de acogida y de orientación de denuncias y la comisión de política de género, que es la que engloba las demandas que no tienen que ver con los casos acoso y abuso sexuales, sino que vela por la igualdad de género dentro de la universidad. Decidimos que todas estas comisiones fueran triestamentales, para que las estudiantes estuviésemos presentes y viendo que todo esté funcionando perfectamente. Tenemos claro que el gobierno universitario nunca estará de nuestro lado, si aprobó lo que aprobó es porque nos mostramos como un bloque fuerte y es necesario supervisar constantemente que estos avances funcionen para que no solamente queden por escrito.
¿Cuáles fueron, según tú, las mayores complicaciones, problemáticas o trabas que tuvieron que sortear en esta movilización?
Al principio fue “ya, nos tomamos la universidad, ¿y ahora cómo seguimos? ¿cómo avanzamos?” Y fue en ese momento que nos dimos cuenta que en las movilizaciones pasadas nunca tuvimos real protagonismo, que siempre quedábamos relegadas junto a nuestras demandas, que esto de la educación no sexista siempre estuvo en un “varios”. Esta complicación fue beneficiosa, ya que nos planteamos una forma distinta de hacer las asambleas, sacarnos de las formas patriarcales de dirigir, no tener estructuras jerárquicas y así empezar a organizarnos. Quizás no hubo muchas problemáticas, sí mucho desgaste, puesto que bajar la información a todas las carreras constantemente era complicado, siempre se necesitó alguien que fuera a explicarles qué estaba pasando, no bajar la información a una carrera era problemático, puesto que si no se informaban, después podían no adherirse al paro y eso de todas maneras era una dificultad. Otra traba fue un piño político estudiantil, el FER (Frente Estudiantil Revolucionario), que sacaba comunicados diciendo que nuestro feminismo era burgués, que dejábamos la clase de lado y un montón de falsedades y cuestiones muy ridículas, sabíamos que ese piño no tiene adhesión, por lo nefasto que es en sí, pero en su momento igual fue un inconveniente molesto ver carteles atacándonos en la universidad y en la calle, nos hizo cuestionarnos muchas cosas, es decir, estamos pidiendo cosas tan básicas como que nos dejen de acosar y una organización trata de desacreditarnos.
A pesar de que contaron con el apoyo de muchas personas, la toma fue criticada por varios hombres, quienes no se oponían a la movilización en sí, sino al carácter “separatista” de esta, considerando que hubo tomas de edificios en la que participaron hombres y otras en las que no, ¿qué opinas de estas críticas?
– Si bien contamos con el apoyo de gran parte de la población estudiantil universitaria, hubo críticas. Recuerdo una asamblea en donde tuve que explicar cuatro veces de maneras distintas el porqué de lo separatista de esta movilización, es decir, la necesidad de contar con un espacio seguro, sororo, de organización, la necesidad de vernos, de entendernos, de entender cómo organizar la rabia que nos produce la discriminación por ser mujer, y bueno, en el fondo no lo entendieron. Siento que la crítica al separatismo no es más que miedo a perder el protagonismo, este afán del hombre heterosexual cisgénero y machista de izquierda, a querer figurar en todos los espacios, a que su opinión resalte aunque tenga poco que ver, me da mucha rabia y me parece muy nefasto.
Muchas tomas de otras universidades se declararon como “tomas feministas” y fueron constituidas tanto por mujeres como por disidencias sexuales, sin embargo en la Ufro, la toma se denominó “toma de mujeres” y no participaron de ella ciertas disidencias sexuales con corporalidad masculina, ¿por qué se produjo de esta forma en nuestra universidad?
– Si tú me preguntas, esta fue una toma feminista por dónde se le mire, sin embargo fuimos cuidadosas con el lenguaje, puesto que en algunas asambleas llegaban algunas chicas que decían no considerarse feministas, a pesar de que todas sabíamos y pensábamos “amiga, sí eres feminista”, pero fuimos cuidadosas para intentar no pasar a llevar ninguna opinión, además que no todas las mujeres que participaron de esta movilización eran efectivamente feministas, tal vez estaban comenzando un proceso para volverse feministas, un proceso de de-construcción, entonces en este sentido nosotras siempre nos referimos como “toma de mujeres” o “asamblea de mujeres auto convocadas”, pero todas sabemos que esta fue realmente una toma feminista.
En segundo lugar, tienes razón, en la Ufro no comenzamos desde un inicio a trabajar con las disidencias sexuales y siento que fue un error, trabajamos muy rápido y a pesar de que hablamos sobre las disidencias sexuales, no supimos cómo hacer un llamado, aunque dentro del petitorio sí… cuando empezamos a formarnos, dentro de las primeras asambleas, nos pareció de suma urgencia tener un punto de disidencias sexuales, porque entendemos que el patriarcado les afecta el doble, pero era muy “barsa” hablar nosotras sobre lo que les afecta a las disidencias, entonces en ese momento un chica disidente, lesbiana, comienza a hacer contactos, se realizó la primera asamblea de disidencias sexuales, en donde nace la Colectiva Queer Ufro y de esta asamblea es de dónde salen peticiones específicas, como el respetar y usar el nombre social de las personas trans y otros más institucionales, pero no menos importantes, como izar la bandera del orgullo gay para días conmemorativos.
¿Por qué se produjo de esta forma en nuestra universidad? Siento que es por lo invisivilizadas que están las disidencias sexuales, sobre todo acá en Temuco y en esta universidad que es bastante facha, costó más que se encontraran, siempre fue necesario, tal vez este primer llamado a la asamblea de mujeres auto convocadas debió haber incluido a las disidencias sexuales, fue un error que asumimos, pero que creemos se remedió con el tiempo.
¿Cómo definirías la actitud de las autoridades universitarias en las mesas de negociación?
En primer lugar, nos preparamos para estas mesas de negociación, por lo que el relato de las compañeras que habían participado de estos procesos anteriormente era fundamental. Nos dijeron que habían sido invisibilizadas por ser mujeres, que las autoridades no se dirigían a ellas, no recordaban sus nombres, solo se dirigían a los hombres, por lo que fuimos con esta idea, pensando que podían invisivilizar a alguna de nosotras, pero no fue así, porque la negociación fue bajo nuestros términos.
Sacamos a dos personajes que habían sido nefastos en movilizaciones anteriores y ellos lo aceptaron, también aceptaron el número de las participantes que fuimos, que era alto (además de las oyentes, que estaban supervisando los términos de la negociación), velamos todas juntas de que el lenguaje en el que se refirieran a nosotras fuera cuidadoso. Se notó falta de conocimientos en temáticas de género, la mayoría de las veces discutíamos más con las mujeres del gobierno universitario, mujeres muy poderosas, pero siempre con un clima de respeto.
Tampoco quiero que suene a que fue un clima muy cálido ni muy amoroso, las mesas de negociación fueron muy extensas ya que debíamos explicar muchas veces porqué estábamos pidiendo lo que estábamos pidiendo, porqué era muy necesario y tan básico, frente a estas discusiones muchas veces se subía el tono de voz por parte del gobierno universitario, muchas veces nosotras también subíamos el tono de voz, siempre sentí que fue un trato muy de tú a tú, nos sentíamos muy empoderadas y con el respaldo de todas las personas que creían en nosotras y en que nuestras ideas eran justas, entonces no íbamos a dar un paso atrás con ninguna de las peticiones, creo que en un punto ellos nos miraban como diciendo “sabemos que tienen razón, no queremos dársela, pero hay que jugar un poco antes de poder darles todos los puntos, que se note que pusimos resistencia”.
¿Crees que se hubiera podido conseguir todo lo que se logró con esta movilización, si las trabajadoras, docentes y funcionarias de la universidad no hubieran participado de ella?
Desde el inicio de esto, cuando empezó a estallar esta movilización en todas las universidades, nosotras planteamos y convocamos a la primera asamblea triestamental, siempre quisimos trabajar con las docentes, funcionarias y trabajadoras de la universidad, pues esto es un problema que traspasa todos los estamentos, es decir, nos afecta porque somos observadas como mujeres y es por esto que se nos discrimina, se nos acosa y sufrimos las vejaciones que sufrimos. No, no se hubiese podido, hay puntos que son específicamente sobre funcionarias y docentes. Pienso que se hubiesen logrado varias cosas, pero no hubiera sido tan fuerte, como lo fue.
¿Cuáles crees que serán las problemáticas o demandas que realizarán las mujeres desde el espacio universitario en el futuro?
Pienso que las siguientes demandas van muy ligadas a este petitorio, es decir, que todos los puntos se concreten también es tarea de las nuevas generaciones, de las nuevas estudiantes, de las nuevas feministas, que deberán ver que esto esté funcionando, o sea, que el protocolo sea pertinente, que abarque todos los puntos que nosotras solicitamos y que una vez esté en curso y que se empiecen a tramitar las denuncias, realmente se saquen y se desvinculen ciertos personajes de la universidad que han estado impunes por años, creo que esas son y deberán ser las siguientes demandas, sacar a todos los personajes nefastos y que las comisiones, ya sea la del protocolo, la de acogida y la de política de género, funcionen correctamente y cumplan lo que tienen que cumplir. Y entender que esto no solamente pasa en un ambiente universitario, entender que este es un espacio de muchos privilegios y como estudiantes posicionarnos también en la calle, es decir, en el territorio Temuco, como en la asamblea del Gulumapu, hay muchas estudiantes universitarias que hoy se organizan también ahí.