Araucanía e inmigración: el presente desafiando al futuro

Por Jorge Montecinos y Roberto Campos

¿Más derechos o más deberes?

En Temuco la gran mayoría de los inmigrantes llegados a la región proviene de Haití, país centroamericano que atraviesa una crisis política, económica y social desde hace ya varios años. La crisis debilitó la capacidad del gobierno haitiano de atender necesidades básicas de la población, resolver problemas de derechos humanos de larga data o abordar las crisis humanitarias persistentes, agudizado por un vacío en el poder de la jefatura del Estado. Claude Baret, haitiano residente en Chile hace cuatro años, explica que “la situación es insostenible; el crimen en las calles es común y queda impune, los recursos son limitados y la inseguridad es muy alta. Uno sale de la casa y no sabe si volverá con vida”.

La combinación de todos estos factores ha derivado en una explosión respecto a la emigración de ciudadanos haitianos hacia otras naciones. Según un reporte de la Gobernación Provincial de Cautín, entre marzo de 2017 y marzo de 2018 se habían otorgado un total de 2.567 visas para extranjeros, lo que representa un incremento del 129,3 % en comparación a igual periodo comprendido entre marzo de 2016 y marzo de 2017.

El alto flujo de inmigrantes en Temuco provoca que los índices de pobreza aumenten en forma sostenida, dada la gran oferta de su opción a llegar a empleos mejor remunerados. Mano de obra  en trabajos con baja remuneración, motivados por la ausencia de una política pública que tienda a la capacitación de estos inmigrantes y opción a llegar a empleos mejor remunerados.

Las visas que habilitan a un extranjero para residir y trabajar en Chile son la visa temporaria y la visa sujeta a contrato de trabajo. Lo anterior, sin perjuicio de que existen autorizaciones especiales de trabajo para turistas y estudiantes, aunque la visa temporaria se extiende solo a ciudadanos que pertenezcan a las naciones de Mercosur. Según explica el seremi del Trabajo, Patricio Sáenz, “debemos accionar todas las herramientas necesarias para que quienes lleguen a La Araucanía tengan las oportunidades que requieren; hay que apuntar a la capacitación y ferias laborales”.

En este sentido, y de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) los principales sectores donde trabajan los extranjeros son comercio, con un 23% de participación; le sigue actividades de los hogares como empleadores con un 14% y manufactura con un 11%. Según dijo Marcelo Lobos, constructor a cargo de la empresa Inge Metalsur, “acá la gente haitiana que llega a pedir trabajo es mucha. Cuando se abren las obras en la mañana, tenemos siempre inmigrantes a la espera soportando el frío, es inhumano. El aumento es sostenido y constante”.

De acuerdo con las palabras de Cristóbal Baeza, integrante de la agrupación Inmigra Ufro, “existe una gran cantidad de inmigrantes haitianos que ingresan a nuestra región con título profesional, pero dadas las características laborales del sur terminan trabajando en rubros muy alejados de su área de experticia”. En datos otorgados por un estudio de la Asociación Nacional de Municipalidades (Amuch), el 62,1% de los inmigrantes posee educación básica y media y un 31,5% tiene un título universitario.

Por otro lado, la calidad de los trabajos a los que optan los inmigrantes es otro foco de preocupación. A criterio del secretario de la Seremi de Economía de La Araucanía, Julio Nichol, “la tasa de inmigrantes que trabajan en la región de manera formal no es tan alta como se cree. Existen muchos trabajando de forma paralela, y esto es lo que más preocupa”.

Más allá de las cifras

Ben Johns es un inmigrante haitiano que reside en Temuco hace un año. Cuenta con un trabajo relativamente estable como limpiador de autos de un recinto establecido y, según dice, la gente lo trata bien. “Hay personas que sienten que pueden mandar como si fuéramos esclavos y uno, al no dominar el idioma, está vulnerable”. Ben tiene 27 años y es técnico en turismo.

Situaciones como la de Ben se replican a diario en el país, con inmigrantes que no logran superar la barrera idiomática que supone la lengua española. Además, según dice Ben, “los chilenos hablamos muy rápido y muy complicado”.

En Temuco, la mayoría de la población haitiana inmigrante se concentra en el sector Santa Rosa y Amanecer, dada la relación ingreso-arriendo que se establece en estos sectores. Los haitianos ven en ellas la única posibilidad de establecerse a vivir, generalmente en grupos de varias personas, hacinados y sin las condiciones básicas de vida.

Marcelo Lobos, constructor de la empresa Inge MetalSur, asegura que “la cantidad de haitianos que llega pidiendo trabajo es increíble. Es un aumento sostenido y explosivo que parece no tener fin, al menos en el mediano plazo”. En la empresa hay tres haitianos trabajando, todos ellos, en palabras de Lobos, “sumamente comprometidos, trabajadores y empeñosos”. Sin embargo, no ignora las dificultades de la vida en un país ajeno. “Verlos llegar, no almorzar para ahorrar, irse y llegar caminando es profundamente doloroso para cualquier persona”.

Las soluciones

Actualmente se está tramitando la implementación de un sistema de visado especial para la población haitiana, solicitado por la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Diputados al Ministerio de Relaciones Exteriores. En palabras del senador Jaime Quintana, “el tema de la inmigración es serio. Cuando nos reconozcamos como país plurinacional y valoremos el aporte de la migración, probablemente podremos comprender el sentimiento que embargó, por ejemplo, al pueblo francés cuando obtuvieron la Copa del Mundo”. Sin embargo, y con el fin de mejorar la atención a los inmigrantes, en Temuco se han abierto nuevas oficinas de extranjería, aumentando la dotación de funcionarios y la experticia en temas de extranjería de los mismos.

Por otra parte, y en vistas de mejorar el entendimiento con los haitianos residentes en la ciudad, la Universidad Católica y la representante del colectivo migrante haitiano en la zona, Remy Eliazer, han pactado una serie de clases de creole, lengua de los haitianos, abiertas a la comunidad y gratuita. El desafío es, sin lugar a dudas, la inclusión.

El futuro

En el marco de una serie de reformas que se pretenden integrar a la ley de inmigración en el país, es un desafío local superar las barreras que separan a los inmigrantes de los chilenos. Sin embargo, la tarea no se avecina tan sencilla como esta premisa; es labor pendiente actualizar las normativas a fin de otorgar derechos y deberes a quienes llegan al país. Los prejuicios, las trabas y barreras que se interponen ante el inmigrante deben ser derribados de forma colectiva y partiendo desde las bases: la educación debe alzarse como parte sustantiva e integral del desarrollo y solución de esta problemática. Para Edith Medel, profesora de educación media con mención en interculturalidad, “la inmigración es un desafío a Chile. En los colegios privados, por un tema de recursos, el nivel de matrícula de inmigrantes es menor que en colegios municipales. Sin embargo, la integración es un tema social. El colegio es la base de toda la pirámide social, y sobre ésta base debemos construir”.

En Chile, más de 21 mil niños migrantes estudian en colegios públicos, según datos proporcionados por el Ministerio de Educación. En total, la matrícula preliminar de 2018 en colegios públicos es de 21.655 niños migrantes, mientras que en los establecimientos subvencionados no llega a los 10 mil y en los particulares bordea los mil.

Según dijo Cristóbal Baeza, de la agrupación Inmigra Ufro, “el desafío es al futuro, nos encontramos ante una disyuntiva: la situación es ahora, pero en miras a lo que vendrá. Es el presente desafiando al futuro”. La proyección a futuro es esencial en un tema tan delicado como la inmigración, pues es un fenómeno que ha llegado para permanecer.

 

Comentarios