Perseverar ante la “adversicash”

Por Gabriel Sandoval López

Por lo general, “congelar” o directamente renunciar a una carrera universitaria es un tema ligado a lo vocacional, donde los intereses del estudiante son el principal factor al momento de no continuar un semestre académico. Lamentablemente, el caso de Walter Godoy es mucho más complicado que lo anterior.

Walter Godoy Riquelme es un joven de 21 años, oriundo de Queule, quien el 2016 se vio en la obligación de abandonar la carrera de Ingeniería Civil Industrial mención Bioprocesos (ICI-B) de la Universidad de La Frontera, ya que no contaba con el dinero necesario para costear los 2 millones 750 mil pesos de arancel anual. Hijo de un pescador y una madre repostera, Walter debía pagar la universidad todos los meses y además guardar dinero para subsistir en la pensión donde vivía.

“El primer año tuve la beca Bicentenario, pero cuando la quise renovar no me la dieron de nuevo”, declara el protagonista de esta historia. La familia Godoy Riquelme adquirió un terreno propio el año 2015, por lo que Walter subió de quintil y perdió su beneficio estatal. “Es verdad que el terreno es de mis papás, pero nuestra situación económica no cambió mucho desde que lo compraron”, agrega el exalumno.

La peor de todo es que Walter era un muy buen estudiante, tenía buenas notas, iba al día con todos sus ramos y había forjado una estrecha relación con sus compañeros. “Si hay alguien que se merece volver a estudiar es Godoy, se notaban sus ganas por aprender más y su esfuerzo por salir adelante a pesar de la adversidad”, manifiesta Camila Troncoso, excompañera de Walter en ICI-B.

Luego de congelar la carrera, Walter comenzó a buscar trabajo para reunir dinero y volver a la universidad. Su primer empleo rentable fue en un local de Tecnobox, donde se desempeñaba como vendedor y ayudaba en el servicio técnico cada vez que podía. Posterior a eso probó suerte como reponedor de supermercado en Santa Isabel, trabajo bien remunerado pero que no llenaba las expectativas del joven queulino.

Mientras se desenvolvía en diversos empleos, Walter barajaba las opciones que tenía para retomar sus estudios, ya sea en la Ufro o en otra universidad. La mejor alternativa que se presentaba era dar la Prueba de Selección Universitaria de nuevo y postular a la Universidad Católica de Temuco, en la carrera de Ingeniería Civil en Obras Civiles. En cierta forma, toda la situación que vivió el protagonista de esta historia le sirvió para encontrar su verdadera vocación.

En enero del 2018, unas semanas después de postular a su nueva carrera, Walter encontró el trabajo indicado para pagar su matrícula y ahorrar ante cualquier eventualidad. La empresa de buses Pullman Bus ofreció un contrato como auxiliar al nuevo estudiante de la UCT, garantizando un buen sueldo y agregando un posible nuevo acuerdo para el mes de julio, durante las vacaciones de invierno.

Actualmente, Walter está estudiando con el Crédito con Aval del Estado y piensa continuar trabajando en los buses en sus meses libres. Además, el dinero reunido durante el verano le sirvió para encontrar una pensión más cerca de su nueva universidad y costear los útiles necesarios para el semestre.

Al igual que Walter, existen más casos de jóvenes que no pueden continuar sus estudios por motivos económicos, rindiéndose ante la “adversicash”. Historias como éstas son las que hacen reflexionar acerca de lo necesaria que es una educación gratuita y de calidad para todos, en especial para quienes anhelan entrar a la universidad y terminar el camino que algún día comenzaron a vivir.

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