Obesidad en estudiantes universitarios

Por Nicolás Acosta y Bastián Curinao

El escaso monto asignado por el Estado para la alimentación de estudiantes, en conjunto con los elevados precios alimenticios del mercado, son factores claves en la mala alimentación que hoy en día tiene cerca del 30 por ciento de estudiantes superiores según una investigación hecha en La Universidad de Los Andes, lo cual es un desencadenante a un conjunto de enfermedades. La pregunta es ¿alcanza a cubrir realmente las necesidades nutricionales el saldo otorgado por la beca de alimentación para la educación superior (Baes)?, ¿se deberían aumentar los 32 mil pesos que actualmente reciben estudiantes universitarios para que estos se alimenten mejor?

Hoy en día una gran parte de la población universitaria recibe la beca de alimentación que da el Estado. Franco Sanhueza:  estudiante de Técnico en Redes y Telecomunicaciones en la Universidad Católica de Temuco, explica que “es inalcanzable, porque un almuerzo normal está a dos mil pesos,  eso es muy caro para los treinta y dos mil pesos que da la Junaeb por mes”.

A lo anterior, se suma la encargada de la Baes en la Junaeb, María Angélica Benítez, “personalmente como ciudadana considero que es poco los 32 mil pesos que le depositan a los estudiantes”, explicó.

Pero no todo el problema recae en la Junaeb, sino que también la rutina de la vida universitaria que en general requiere de mucho movimiento entre un lugar y otro. La nutricionista de la Seremi de Salud, Arlette Kirkman, explica que “la falta de tiempo es un gran enemigo para la salud, ya que es difícil alimentarse bien si es que estás en contra del reloj y sumándole que en la mayoría de las veces se tiende a no querer gastar tanto, y se recurre a comprar alimentos de bajo nivel nutricional como completos, hand roll, entre otros”.

Problemas de una mala alimentación

Dentro de los problemas que trae la mala alimentación en estudiantes universitarios, están las enfermedades crónicas no transmisibles, o sea diabetes, hipertensión, dislipidemia, todo lo que está relacionado con las enfermedades cardiovasculares. Kirkman precisa que “a nivel regional, la enfermedad más recurrente es el cáncer gástrico, que también es consecuencia de una mala alimentación”.

“En una ocasión sentí malestares por comer mal, ya que por cosas de tiempo me la pasaba comiendo galletas para después seguir estudiando” explica Paula Ramírez, estudiante de Derecho en La Ufro.

Hasta el año pasado la tarjeta de alimentación de la Junaeb era usada para comprar variadas comidas, tanto saludables, como comida chatarra. Este año se aplicó una nueva restricción en este tarjeta, que prohibió la compra de productos que contengan más de 3 sellos de advertencia, pero aun así estos sellos no son tan eficientes en los estudiantes universitarios según comenta la directora de carrera de Nutrición y Dietética de La Universidad Católica de Temuco (UCT), Betsy Salazar: “Si tú vas a un colegio y hablas con escolares ellos te dicen inmediatamente de que tal producto es alto en azúcar, alto en esto otro; en cambio si tú lo conversas con la población universitaria, conocen los sellos, saben lo bueno, lo malo, pero no le dan el mismo nivel de importancia”.

María Angélica Benítez, encargada de la Baes en la Junaeb, dice que “ha sido un cambio progresivo, por que al principio no se controlaba mucho lo que el estudiante compraba con su tarjeta, pero de a poco se está tratando de que el estudiante compre efectivamente comida saludable”.

Mientras tanto en Temuco…

La situación en los estudiantes locales, no es muy distinta al resto de universitarios en Chile. Paulina Vera, nutricionista de los casinos de la Ufro explica la forma en que se trata de ayudar a mejorar la alimentación de los estudiantes: “En primer lugar contamos con el menú Junaeb que lamentablemente no es tan comprado, pero siempre tratamos de que la comida en el casino sea casera, como cazuelas, carbonadas, consumo de pescado a través del budín, entre otros”. La nutricionista también sugiere que “la dieta óptima de un estudiante debe ser teniendo las cuatro comidas al día, aunque mínimo 3, y comer cada tres o cuatro horas, entre las comidas consumir colaciones como frutas o algún tipo de lácteo descremado o semidescremado al menos, o cereales que no contengan azúcar añadida, lamentablemente ese no es el perfil en nuestros estudiantes, por lo tanto por eso el día miércoles es el día más tóxico que tenemos aquí con un menú de pollo con papas fritas; personalmente lo cambiaría pero no me dejan”.   

En cambio en La UCT, “existe un plan o un programa de vida saludable, que involucra no solo el área de alimentación, sino que también actividad física y recreación, entonces a través de ese programa nosotros estamos colaborando con ellos (Ministerio de salud) cada vez que nos piden nuestra intervención para poder fomentar y mejorar el estado nutricional y de salud de nuestros estudiantes”, añade Betsy Salazar, directora de la carrera Nutrición y Dietética en la UCT.

Mientras tanto, en la Seremi de Educación, Andrea Palma, jefa del área educación explica que por parte del ministerio no es mucho el interés que se tiene sobre los estudiantes universitario y desconoce el monto que da el gobierno para la tarjeta Junaeb, pero luego de conocerlo reconoce que “el monto es bajo porque no cumple la alimentación suficiente que necesita un adulto”, y menciona que “el tener buenos hábitos alimenticios está relacionado con realizar actividad física y el consumo adecuado de frutas y verduras, y en el fondo no tener una alimentación rica en lo que es grasas saturadas principalmente, y lo que es calorías vacías”.

¿Y la solución?

En Chile el problema de la alimentación universitaria está más presente que nunca, encontrar una solución para esta situación es indispensable, las enfermedades que son fruto de esta mala alimentación están carcomiendo a nuestra región  y bien esto lo explica Arlette Kirkman al comentar que “la enfermedad más recurrente en la gente de nuestra región es el cáncer gástrico”.

Tenemos que empezar a tener un pensamiento más crítico de lo que comemos, y seguir el ejemplo de los niños de estas nuevas generaciones los cuales sí le prestan atención a los sellos, seamos conscientes. “Las personas que no tienen educación nutricional suficiente, tienden a consumir más los productos dañinos para nuestra salud”, según manifiesta Fernando Urra, director del departamento de administración y economía, que también propone “crear incluso un subsidio a través de un menor impuesto y con eso hacer más atractivo para el inversionista y para el consumidor la venta de productos saludables en el mercado”.

Entonces la tarea y responsabilidad de que Chile deje de ser uno de los países con más sobrepeso en el mundo, es de todos, ya que si esta situación permanece claramente las enfermedades seguirán su rumbo.  Seamos críticos de nuestra educación alimentaria y hagamos un cambio a partir de nuestra propia casa, cambiando las costumbres, haciendo que un niño prefiera una manzana en lugar de un chocolate y recién ahí podremos decir que hemos avanzado.

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