Noemí Palma Astorga: La “Tía Bacteria” de la Ufro

Por: Natalia Bravo

¿Quién no se ha comido una sopaipilla en el conocido carrito azul de la “Tía Bacteria”? Ubicado en la vereda de la calle Montevideo, este cuartucho de lata ha sido su segundo hogar por más de once años, donde diariamente vende a los estudiantes de la Universidad de La Frontera una gran cantidad de sopaipillas con pebre que son una delicia entre los hambrientos alumnos.

Quién podría imaginar que detrás de la extrovertida personalidad de la Tía Bacteria, bautizada así por sus propios clientes, se esconde Noemí Palma, una alegre mujer poseedora de una extrovertida personalidad, que mezcla alegría y carisma para sobrevivir al crudo invierno temuquense y, a la vez, generar su sustento diario.

En esta entrevista, que será publicada semana a semana en este periódico, la Tía Bacteria mostrará ese lado desconocido que la ha hecho tan popular entre los estudiantes de la Ufro.

—¿Cuál ha sido la travesura más grande que ha hecho en su vida?

—Uuhh… he hecho tantas maldades (risas). Cuando era chica recuerdo que salía a las protestas y marchas con mis compañeros de curso por todo Santiago. Una vez salimos y en plena marcha me encontré con un tío mío que era carabinero, nunca pensé encontrarlo ahí, así que cuando lo vi arranque pero me atrapó y me llevo de vuelta a clases.

— ¿Qué le gustaría ser si no fuera lo que es hoy?

—Siempre me pongo a pensar en eso y me hubiese gustado tener un título, ser profesional, eso cambiaría muchas cosas. Ahora hay muchas más oportunidades que antes y qué bueno que los jóvenes las aprovechen. Antes, la educación secundaria era un privilegio que no todos alcanzamos a tener. Pero aún así soy feliz con lo que soy y lo que tengo.

— ¿Cuál es su mayor pecado culinario?

—La comida que más me gusta mmm, imagínate que fui maestra de cocina y después chef, así que sé preparar muchas comidas ricas pero la que más me gusta es la carne al jugo con unas papitas doradas, me encanta.

— ¿Cuál es su película favorita y la que más odia?

—Me gusta esa película antigua “Lo que el viento se llevó” y de odiar películas… ninguna solo que me molesta cuando las películas son muy sangrientas y con armas, así que las cambio.

— ¿Con qué personaje se identifica?

—La verdad no me identifico con ningún personaje de monitos ni de la historia. Nunca he pensado eso, pero personajes hice muchos porque actué en teatro cuando era lola. Con la junta de vecinos de una población hacíamos novelas para presentarlas en otras poblaciones, eran tan entretenidos esos años de juventud que la pasé muy bien y disfruté el ser extrovertida.

De amores y desencantos

Mientras Noemí fríe sus sopaipillas y con una rapidez casi sobrenatural las saca del aceite caliente y las deposita en las manos de los hambrientos universitarios que a esa hora hacen fila para disfrutar de sus preparaciones y saciar el hambre tras una intensa mañana de estudios. Al mismo tiempo, la Tía Bacteria aprovecha de probarlas.

— ¿Tiene un amor platónico, cuál es?

—Siempre me ha gustado ese cantante que interpreta “El pavo real”, el Puma Rodríguez, porque es bien alegre, me distrae harto su música. Cuando estoy haciendo mis cosas lo escucho siempre.

—¿Cuál es su placer culpable?

—Mi placer culpable es comer cosas que no puedo, lo que pasa es que yo soy diabética, así que después que lo hago tomo harta agüita y mis remedios para bajar la glicemia.

— ¿Cuál cree que es su mayor defecto?

—No tengo defectos… (ríe). Siempre me ha gustado ser como soy no más. Me acepto totalmente y ahora con mayor razón, ya que estoy solita, mi marido hace como seis años que falleció. Yo llevo once años trabajando en esto. Comencé con él pero ahora le doy solita y me entretiene esto… Acá conozco harta gente, mis niños (los estudiantes) son alegres.

— ¿Cuál es el garabato que más usa?

—Sabes que siempre que se me sale un garabato es “aay chucha” cuando algo se me cae algo o no me sale como quiero. Pero generalmente no soy buena para los garabatos, no me gustan mucho.

— ¿Cómo son sus días domingos?

—Mis días domingo son súper tranquilos, es ahí donde aprovecho de descansar, de distraerme en la casa. También preparo todas mis cosas para comenzar la semana de buena manera y hago el pebre que a los chicos les encanta. Igual que mi sobrino me trae la masa de las sopaipillas que vendo a los niños en el carrito y dejo todo listo.

— ¿Qué haría si le quedara un día de vida?

—Compartiría con mi familia, mis hijos y mis nietos ya que es eso lo único que le queda a uno al fin y al cabo, ese es el recuerdo con el que me quedaría ya que uno no sabe que para arriba no se llevará nada más que los recuerdos.

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