Nightcrawler: El carnaval de los medios

Nightcrawler-movie-posterPor: Gabriel Gutierrez

La sociedad ha sufrido durante los últimos centenares de años una aguda transformación producto de las malformaciones valóricas por las cuales nos ha hecho pasar este mal sano posmodernismo. Transformación de la visión humana, contaminación de los valores primordiales y un retorcido cambio en los intereses personales, cosas que nos han dejado de lado como seres humanos autovalentes, y nos han transformado en simples números económicos o participantes de un reality social en el que debemos tratar de sobrevivir cada día.

Pensamiento crítico casi filosófico que se ha transformado en pan de cada día dentro de nuestras mentes, y de la cual se hace eco el director estadounidense Dan Gilroy para crear su opera prima: “Nightcrawler”, una película que de manera deliciosamente satírica se propone tocar el tema desde el punto que más influencia ha tenido en todo esto: la televisión.

Sentido

Nightcrawler cuenta la historia de Louis Bloom (Jake Gyllenhall), un joven que hasta el momento no ha encontrado el sentido en su vida y que solo sobrevive robando metales en sitios de construcción y luego vendiéndolos como chatarra. Todo esto cambia cuando Louis observa que, luego de un accidente automovilístico, ve como varios reporteros ‘freelancers’ se acercan al lugar del accidente para, en vez de ayudar a la víctima, sacar las mejores imágenes del choque y así venderlas a los noticiarios locales. Esto

sorprende a Louis y lo hace decidirse por querer realizar el mismo trabajo: ser un reportero ciudadano, un cazador de noticias.

A pesar de que la película inicia de manera un poco lenta en cuanto a su historia, su inicio dubitativo es compensado completamente en sus 117 minutos de duración a través de un guión tan bien elaborado que la cinta se transforma en un viaje casi desenfrenado dentro de la mente de un inescrupuloso protagonista que se transforma en una pieza de rompecabezas, que encaja perfectamente dentro de esa máquina retorcida como son caracterizados los medios de comunicación, los cuales buscan la tragedia y el morbo por sobre todas las cosas. Y es en este punto en donde la analogía del posmodernismo se transforma en el pilar fundamental dentro de la historia de Nightcrawler, ya que los valores éticos humanos son satíricamente cambiados por ‘cuervos’ con cámara en mano, que buscan las mejores imágenes de los peores accidente, dándole más valor al dinero y rating que puedan obtener por ellas, que a la integridad física de las víctimas, todo esto de manera perfectamente interpretada por un Jake Gyllenhaal que está tan magistral dentro de su inescrupuloso papel, que es casi increíble saber que no obtuvo candidatura alguna a mejor actor en los pasados premios Oscar.

Es así como minuto tras minuto, Dan Gilroy logra filmar un thriller perfectamente elaborado en cuanto a lo técnico, que logra mantener el suspenso en todo momento, esto sin dejar de lado lo conceptual de la obra, la que se transforma en una visión perfectamente satírica de lo que son muchos de los medios de comunicación de hoy, simples cazadores descarnados de tragedias que logren completamente su propósito: aumentar su rating a costa del dolor ajeno.

Por eso, cintas como Nightcrawler traspasan lo comercial y se transforman automáticamente en películas de culto, ya que poseen la valentía de encarar cosas que es necesario presentarlas en la pantalla, cosas que si son tan bien realizadas como esta película, lograrán incluso un objetivo mucho más allá: hacer despertar la mente de la audiencia.

La película tuvo un fugaz paso por las sales de cine durante el verano, pero ya se encuentra en plataformas virtuales como Netflix para poder ser vista por todo espectador.

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