Lo que oculta la Feria Pinto

Por Natalia Almonacid y Constanza Ulloa

A las cinco de la mañana mientras la mayoría aún duerme, Miguel “Carita de Pena” comienza su día laboral. El frío no lo detiene, ya que la necesidad es mayor, se dirige temprano a la Feria Pinto, un emblemático lugar de nuestra región que también conforma una de las rutas del ganador del premio Nobel, Pablo Neruda. Este mercado nos abastece de frutas frescas, pescado, carne y entre otras diversas cosas que podemos encontrar, siendo éstas vendidas en puestos de gente local y mapuche. En esta ocasión nos dirigimos a este mercado, no con la finalidad de comprar, sino más bien en saber quién es esa persona que está detrás de un puesto vendiendo y conocer su historia, relacionada con el esfuerzo y superación.

A causa de esto, recorrimos el lugar y al adentrarnos por los bloques de la feria nos llama la atención la gama de colores que hay, la variedad de frutas y verduras provenientes de distintas regiones, y los diversos olores que provienen de los puestos de condimentos, las hierbitas medicinales, las pescaderías y las carnicerías. También nos agradó deambular por el destacable ambiente familiar de los puestos de cocinería ubicados en el núcleo del mercado simbólico de Temuco y observar las decenas de personas de tercera edad comprando para su hogar.

En un principio, nuestra mirada se enfocó en un hombre de pelo blanco, estatura promedio y una sonrisa que nos hizo sentir su calidez. Él se encontraba en un puesto de artesanía tradicional de nuestra cultura mapuche, por lo que asumimos que tendría una buena historia para contarnos. Sin embargo, al acercarnos nos percatamos que estaba atendiendo a una joven clienta de chochitos, que se encontraba grabando mientras él tocaba el kultrún, por lo que no lo interrumpimos.

Al continuar nuestro rumbo, se nos acerca un caballero de edad, que vestía una chaqueta de cuero y un sombrero, quien, con una voz muy tenue nos cuenta que tenía una casa en Pitrufquén, pero hace cinco meses dos personas drogadictas le quemaron su casa, por lo cual actualmente vive en el Hogar de Cristo. Frente a esto, con un gesto amable nos ofrece parche curitas, pero al no contar con suficiente dinero en nuestros bolsillos, agradeció y nos deseó una buena semana.

Entre tantos intentos, nos dirigimos a otro puesto de artesanía para conversar con una señora de tercera edad,  de unos ojos verdes medios ocultos por sus lentes. Al preguntarle si conocía una historia, nos respondió que no podía acceder a relatarnos algo sobre la Feria Pinto ya que ella llevaba poco tiempo, pero de igual manera nos guió para conversar con alguien del Sindicato, en primera instancia nos habló de la jefa pero al no encontrarse en su puesto, nos deriva a Miguel, el del puesto de al frente.

Miguel “Carita de Pena”

En el puesto 157 y 158, por el costado izquierdo del bloque, se encuentra Miguel, apodado por sus compañeros de trabajo como “Carita de Pena” (no nos quiso decir su apellido ni el origen de su sobrenombre). Nos acercamos a su puesto de frutas y verduras, un poco recelosas por el miedo a que nuevamente nos evadan las preguntas, pero nos llevamos una sorpresa ya que “carita de pena” en seguida se mostró con disposición para hablar y contarnos un poquito más de él.

Cuando le preguntamos cuánto tiempo llevaba trabajando en la feria, con su cara llena de orgullo nos contó que está ahí desde 1983, partió por iniciativa propia ayudando a los vendedores de aquella época cuando tenía apenas 10 años y desde ahí inició su historia en este lugar. Nos comenta que han cambiado muchos aspectos de la feria Pinto, antiguamente la gente tenía la costumbre de realizar todas sus compras aquí, pero hoy por temas de tiempo y comodidad prefieren ir al supermercado, lo que se ha notado en la baja que ha existido en la concurrencia de público en comparación a otros años.

A pesar de llevar tanto tiempo nos comentó que ama su trabajo, por lo mismo él se encarga personalmente de atender su local, incluso nos comentó que los “caseros” se acostumbran al trato que él les da, tanto así, que cuando (por fuerza mayor) su hermana atiende el puesto los clientes prefieren no comprar. Esta afinidad con los “caseritos” la logró brindándoles un buen trato, el cual pudimos corroborar debido a que mientras hablábamos con Miguel se acercaron a comprarle y él siempre se mostró muy amable y cortés con sus clientes. Además, nos dijo que se encarga de seleccionar buena fruta, traída desde diversas regiones de Chile e incluso desde el extranjero.

“Carita de Ángel” es un hombre consciente y por lo mismo nos contó que su mercadería (frutas y verduras) no la trae madura, ya que eso genera desperdicio tanto para el que compra como para el que vende, porque cuando la fruta está muy madura se pudre rápido y él sabe que sus clientes “lo que menos necesitan es perder chauchitas”.

Sus compradores agradecen esto y le muestran fidelidad, nos comenta que las familias se pasan el dato de su local entre generaciones y hoy atiende incluso a nietos de sus clientes iniciales.

Mirada actual

Nos despedimos de Miguel, agradecidas por habernos brindado su tiempo y sobre todo admiradas por el orgullo y la pasión que demuestra este hombre hacia su trabajo, porque gracias a la feria Pinto, “Carita de Ángel” pudo salir adelante. Actualmente tiene una hija de 20 años que ingresó a la universidad, este y mucho de sus logros se lo debe a la feria, que lo recibió desde muy pequeño, cuando era un simple ayudante y hoy, después de tanto tiempo sigue aquí, pero con su emprendimiento.

A medida que vamos saliendo nos percatamos que en los pasillos que se forman hay más movimiento, la gran mayoría son abuelitos que se pasean observando cada puesto en busca de las mejores ofertas.

Con todo esto podemos concluir que la feria Pinto es mucho más que frutas y verduras, esta se conforma por cada persona detrás de los locales, que madrugan para lleva los mejores productos a sus clientes y a pesar del cansancio, sus rostros se muestran amables. Y por cada vendedor lo que más abunda son historias, de perseverancia, esfuerzo y sacrificio. Que los llevaron a formar parte de esta gran familia.

 

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