Por Tomás Gárate González
En los últimos años muchas ideas que me impactan de gran manera han nacido en conversaciones con amistades durante ‘’carretes’’, con mis sentidos bajo distintos efectos. Es en ese momento, en pleno ocio, cuando las pseudo ‘’eurekas’’ o los serendipity abundan. Entonces lo que cuento ahora es el último gran tema que surca el océano de mis ideas, surgido directamente de uno de estos momentos.
No es nada fuera de lo normal que en los instantes en que hago ‘’vida social’’, los temas de conversación cambien, pues lo que está de moda rige con mano dura, aunque sea pasajero. Sí, me llama la atención la inclusión de un tema en particular… series, y más específicamente: Game of Thrones.
A lo largo de mi vida siempre he estado relacionado al mundo freak, series, animación, videojuegos, etcétera, pero me impacta saber cómo es que ‘’las series’’ entraron a una especie de normalidad en las conversaciones. Si bien estas no están tan fuera de lo común, no digamos ‘’vaya que freak’’, Game of Thrones se masificó de una manera abrumante.
Veo esta serie desde el 2013, la que yo creía uno más de estos maravillosos y gigantescos universos, tipo Lord of the Rings o World of Warcraft, escapó de lo ‘’ñoño’’.
Es tema de manera necesaria. Acaba de pasar una semana del final de temporada, ya en la espera de prácticamente dos años para la nueva season, por lo que GoT cumple con todos los requisitos para estar entre las conversaciones.
Durante toda la semana, en ‘’carretes’’, en ventanas entre clases, en paraderos, en la micro, con mis distintos círculos sociales y redes, hasta hoy en que los perdidos esperaban un nuevo capítulo, supe de la serie sin que yo la buscara. Esos son los niveles de invasión, a eso apunto.
Entonces no solo es GoT, este último pertenece a la contingencia, es un efecto general de series. La explicación que le doy es la facilidad para consumir estas. Son muchas las plataformas existentes, tanto gratuitas o piratas como pagadas. Con esta última respuesta es con lo que me conformo, pues no puedo evitar sentirme algo invadido, tal como la carta de las mujeres indignadas porque Alexis Sánchez se pololeo a una rubia cuica, se están metiendo con mis dragones y caballeros.