Las mil vueltas del “profe” Juan Manuel Fierro

Se podría decir que el profesor Juan Manuel conoce mejor la Ufro que cualquier otra persona. De ser parte de las escuelas de Teatro a escribir el himno de la universidad, hoy es el decano de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades, lo que significa que aún tiene retos por cumplir. Ahora, bajo una agenda llena de reuniones y compromisos, aún tiene tiempo para hacer un viaje por sus experiencias y proyectos.

Por Ricardo Olave

Conseguir una reunión con el nuevo decano llega a ser complejo, el único espacio en su agenda es un día martes a las ocho de la mañana. Cada vez que el profesor llega a su oficina, conversa con su secretaría para ordenar su día y es en este espacio fragmentado en el que puedo conversar con él.  Desde las ventanas de su nuevo lugar de trabajo se puede ver la avenida Francisco Salazar, lugar por el cual alguna vez caminó como un estudiante de Pedagogía de la Universidad de Chile sede Temuco.

“Había egresado de la educación técnico-profesional. Estaba trabajando en una fábrica y luego di la Prueba de Aptitud Académica e ingresé a la Universidad de Chile. Estamos hablando de principios de los ´70, por lo tanto, Chile vivía un proceso histórico muy relevante que terminó con la interrupción de la vida democrática”.

El profesor vivió de manera intensa su periodo de estudiante en esos años, los cuales ahora estudia desde su faceta de académico. “Fue un periodo de alta participación y muchos ideales de los jóvenes que vivíamos en esa época”.  Se movió por los talleres de teatro y literatura, se rodeó con poetas y gente relacionada al arte. El paso a la Universidad de La Frontera lo llevó a dejar su nombre en la historia de una nueva casa de estudios, siendo quien escribió la letra del himno con solo 19 años.

—¿De dónde vino la inspiración para la creación del himno? ¿Soñó con ser poeta?

—(Se ríe) La gran incógnita de los profesores de la época era el por qué uno entraba a estudiar Literatura, ya que algunos queríamos ser escritores o poetas. Luego te convences que estás estudiando para ser profesor, no poeta. Igual hice algunos trabajos vinculados a la creación literaria y en ese contexto, cuando surgió la Universidad de La Frontera, se llamó a un concurso nacional para el texto poético del himno.

Hubo un primer concurso y se declaró desierto. Posteriormente, junto con los coros de la Universidad y maestros de música de la región, como Bruno Trejo, nos pusimos a trabajar. Fue un trabajo colectivo y yo escribí el texto tomando las directrices de la convocatoria, con un gran sentido de identidad de lo que ocurría en la región, las características humanas y de la naturaleza junto con los principios fundamentales de lo que significa ser universitario y ser universidad.

ALMA MÁTER

Entre el trigo, la ciencia y el arte, tal como él escribió, el profesor Juan Manuel ha ido forjando una carrera que hoy lo lleva a enfrentarse a otro cargo más dentro de su alma máter.

—Ha sido profesor de literatura para ingenieros, director de Teatro de la Universidad e incluso vicerrector académico. ¿Qué significa para usted estar a cargo de la facultad?

—Soy una persona que conoce mucho la Universidad de La Frontera y la vida de la universidad en La Araucanía y en las regiones. He tenido la oportunidad de apreciar el desarrollo de otras casas de estudio en el mundo. Uno tiene que tener la capacidad de invertir esa experiencia en el desarrollo de su comunidad. Ahora, uno como profesor tiene que invertir esa experiencia en la satisfacción de las expectativas que los estudiantes tienen de la universidad y formar una relación más armónica entre la universidad que los estudiantes se imaginan y de la cual egresan. Pero fundamentalmente, debemos invertir el gran esfuerzo por hacer comunidad universitaria en la que todos los profesores se sientan integrados a un trabajo común, que los estudiantes sientan esa preocupación en los procesos de formación en lo que ellos participan. Esa es la gracia que tiene un trabajo como éste.

—Desde su experiencia como estudiante, ¿qué le gustaría que la Facultad les entregase a las nuevas generaciones de universitarios?

—Consolidar una adecuada formación como persona a nivel de sus principios, valores, ideas y actitudes frente a sus compañeros y a los grandes desafíos y problemáticas que tiene la humanidad, sobretodo para estudiantes que ingresan a una Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades. Sin duda, este mundo requiere mucho de la mirada y del compromiso de actores relevantes y para poder transformarse en un actor en esas áreas tienen que ser personas muy configuradas en lo humano, en sus principios. Y posteriormente, muy sólidos en lo que significa la formación profesional. No basta con ser una buena persona, tienes que ser un buen profesional y…

—(Lo interrumpo) Siempre se habla de que los estudiantes vienen a estudiar y no a empaparse de lo que significa ser universitario.

—Muchas personas piensan que basta tener un título. La sociedad necesita titulados personas y ahí hay que seguir haciendo un gran trabajo en nuestra universidad. Debemos estar preocupados en cómo los estudiantes participan de los desafíos y aprovechar toda la dimensión de la sensibilidad y de la creatividad de la juventud con la cual ellos se dan cuenta de situaciones propias del mundo que están viviendo y que les va a tocar vivir. Uno tiene que estar en contacto permanente con ellos, en relación de maestro a sus discípulos.

LA FAMILIA

Por un momento paramos la grabación y el profesor revisa su teléfono. Son cerca de las nueve de la mañana y su secretaria entra para avisarle que llegaron profesores a su primera reunión. En su oficina aún se nota que ha cambiado recientemente, con fotos apoyadas en el piso prontas a colgarse. Una de estas es de sus tres hijos.

—Sabemos que es un hombre de familia. ¿El cargo no le interrumpe su vida familiar con una agenda tan ocupada?

—Estos cargos requieren del compromiso y la generosidad de tu familia. Uno siempre tiene que hacer el esfuerzo por armonizar esa situación, la familia y los hijos son importantes, la compañera con la que uno comparte la vida, también. Y en ese aspecto se presentan desafíos complejos y ricos como es el vivir la gestión de un proyecto de universidad. Uno tiene que invertir mucho tiempo aquí como también aprovechar los momentos de su familia para vivirlos con la mayor riqueza e intensidad posible. Yo agradezco a mi familia el respaldo y la comprensión de todos estos compromisos que he realizado bajo mi vida universitaria.

Tras terminar de conversar, nos despedimos amigablemente y logro notar que el profesor se prepara mentalmente en los segundos que me demoro al llegar a la puerta para volver a trabajar, como lo ha hecho más de treinta años por el desarrollo de la vida universitaria.

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