La realidad detrás de la sobrecarga académica en la Ufro

Por Renata Bastidas Navarrete

“Mi salud mental no es una maqueta, si se rompe no se arregla”. “Lo escuché en arquitectura: ‘No se vayan a matar como los niñitos de la Chile’” o “¿Cuántas crisis de pánico son necesarias para que aprueben mi proyecto?”. Estas son algunas de las frases que se pudieron en leer en los carteles que levantó un grupo de estudiantes de Arquitectura de la Universidad Mayor, afuera del campus de Avenida Alemania, el pasado 26 de abril. ¿Su principal demanda?: la sobrecarga académica de su carrera, misma demanda que movilizó a sus compañeros de la Universidad de Chile, en Santiago una semana antes.

26 de abril – Foto por Rocio Pareja

26 de abril – Foto por Rocio Pareja

            Esta manifestación desató en los universitarios temuquenses el mismo debate que hizo eco a través de los medios y redes sociales: una seria controversia entre autoridades y estudiantes, no solo de la Universidad de Chile, sino que también de otras carreras respecto a la carga académica que viven los alumnos y que los dejan sin tiempo libre para recrearse y descansar. Advirtiendo que las altas exigencias, en especial en algunas carreras, llevan a muchos jóvenes a consumir psicotrópicos para poder rendir, mientras que otros pueden caer en enfermedades depresivas o de ansiedad.

            “Toda mi experiencia en la Universidad ha sido cargada de mucho estrés y a veces se vuelve imposible de sobrellevar. Los profesores creen que el ramo que imparten es el único y la época de exámenes es un desastre del que no basta con un café o una energética para rendir, somos muchos quienes tomamos pastillas. Son cosas que hay que hacer para adaptarse a las exigencias de los profesores, que a veces son muy demandantes”.

            El relato es de M.V.C. de 20 años, estudiante de la Universidad de La Frontera, y refleja una realidad que viven muchos universitarios que se ven enfrentados a una elevada carga académica, lo que, en muchos casos, les provoca altos niveles de estrés o depresión. Según comentan distintos estudiantes, esto ocurre en especial en carreras de alta exigencia, como Derecho, Ingeniería o Medicina, donde está normalizado el “pasar de largo”, sin dormir, para cumplir con entregas y plazos. Aunque el problema es generalizado en las distintas facultades de la institución superior pública y estatal de La Frontera.

            “En Ingeniería es brígido, es mucha la exigencia y sobrecarga, porque la mayoría de los ramos tiene demasiada materia y a veces nos toca dar tres pruebas por día. Además los profes, aparte de no ser buenos explicando, nos insultan y se ríen de nuestros errores, cuando ellos también se equivocan bastante, al estar enseñando ciencias exactas”, relata S.L.S., estudiante de 21 años de la Facultad de Ingeniería. “Una vez estaba dando examen y me estaba sangrando la boca por mi ortodoncia, pedí salir de la sala y el profesor me negó hacerlo porque, según él no era para tanto”, relata.

Exigencias, estrés y sus consecuencias

El estrés académico y sus consecuencias no son temas nuevos, pero ahora encuentran mayor eco por los tiempos en que estamos viviendo, donde los temas de salud mental son más importantes. Hay ramos en distintas carreras que son muy exigentes y, al momento de llegar a exámenes, muchos estudiantes se sienten sobrepasados y acuden al extremo de medicarse para poder soportar la carga. “Ocurre en todas las carreras, para poder pasar de largo la mitad de mis compañeros toma Anfetaminas o Mentix y está súper normalizado”, confiesa S.L.S.

Conseguir esos medicamentos, cuya venta se permite solo bajo receta retenida, es relativamente fácil al interior de las universidades y es común que los proveedores sean también estudiantes. Incluso se ofrecen abiertamente a través de redes sociales como Instagram, Facebook y WhatsApp.

El Mentix es el más común entre los universitarios, e incluso se le conoce como el iniciador en este tipo de psicotrópicos. Éste es un neuroestimulante que induce la vigilia, por lo que se receta a personas con trastorno de sueño o narcolepsia y puede provocar efectos secundarios como arritmia o taquicardia.

Otros fármacos que utilizan los jóvenes son Aradix, un estimulante para tratar el déficit atencional, que ayuda a la concentración y el Clonazepam, un ansiolítico que, según explican, lo usan “para liberar el estrés”.

Daniel Villalobos, periodista de 45 años egresado en 1996 de la Universidad de La Frontera, relató en su cuenta de Twitter cómo un compañero de generación llegó al extremo de tomar pastillas. “En periodismo en la Ufro los ramos eran fáciles, salvo un par de clásicos coladores. Un compañero carretero estaba por echarse uno y hace lo que entonces era obvio: conseguirse pastillas. Le dicen que se tome una en la noche, antes de ponerse a estudiar”.

Pero fue tal la presión de su compañero, que según el relato de Villalobos,  pasó de domingo a lunes estudiando. Luego, al mediodía del lunes se toma otra pastilla, pasa el martes trabajando y entrega el trabajo. Cuando Villalobos se lo topa lo nota rarísimo, le cuesta hablar y tuvo que llevarlo en “apa” a su casa. “Lo dejé en su pieza arrendada en un patio enano. Él era de otra ciudad y su hermano iba a venir en la tarde. Yo era pendejo y no cachaba nada y lo dejé solo. Su hermano llegó al rato y lo llevó a la posta de urgencia, donde lo internaron, le pusieron una inyección y lo mandaron a casa, relata el periodista. “Mi compañero pasó el ramo. Hoy día ni siquiera trabaja en lo que estudió”

Junto con la exigencia de los profesores, los estudiantes también atribuyen los altos niveles de estrés en la Ufro a otros factores, como que muchos son primera generación en su familia en ingresar a la universidad, lo que aumenta la presión sobre su rendimiento: “Esa mochila significa un peso, hay una ansiedad, una presión… incluso hay una frase que dicen nuestros padres: ‘Tú tienes que ser siempre lo mejor, mejor de lo que yo fui'”, apunta Carmen Luz Santis, estudiante de 21 años de la Ufro, quien también menciona el peso que significa ser de otra ciudad. “Estar sola, sin mi familia y en una ciudad radicalmente distinta, donde tengo que ver como llego a fin de mes, rendir bien en el ámbito académico y bueno, se le suma la carencia de redes de apoyo”, señala.

Priorizemos la salud mental

Los estudiantes coinciden en que la salud mental y el estrés por la carga académica son temas que se deberían priorizar en la universidad y afirman que si bien, existen unidades de apoyo psicológico, éstas son insuficientes para atender a todos los alumnos que lo requieren.

Hoy día la unidad de apoyo psicológico que da la Dirección de Desarrollo Estudiantil no da abasto para la cantidad de estudiantes que tiene este tipo de problemas, se conocen solo dos psicólogos, aparte de los practicantes, para los casi 8 mil estudiantes de la universidad.       

 “La gente que ya egresó se ufana de haberse empepado en la U, de haber amanecido llorando de cansancio, me dan asco. Estudiar debería ser un esfuerzo, pero no ese suplicio chino que algunos mamones miran como prueba de calidad académica”, finaliza Villalobos.

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