Por: Gabriel Gutiérrez
Son cerca de las 5 de la tarde del primero de diciembre y por algún motivo en especial el Liceo Luis Durand Durand de Traiguén se vislumbra bajo un ambiente de tensión e interrogante. La época de finalización del año académico, los signos de alegría por finalizar las clases, la esperanza de saber que se esas deseadas vacaciones se acercan a pasos agigantados, no se manifiestan de ninguna forma en las caras de los estudiantes que a esta hora salen del complejo educacional con un rostro de seriedad impoluto. Y es que como tener ganas de celebrar, si estos jóvenes acaban de dar un paso fundamental dentro de sus vidas, uno que quizá es más forzado de lo que desearíamos pero que a fin de cuentas se transforma en el punto de inflexión de lo que quieren llegar a vislumbrar en su futuro: dar la Prueba de Selección Universitaria (la temida PSU). Y como no entender sus rostros de incertidumbre, si muchos de los 200 adolescentes en este liceo y los casi 15 mil estudiantes que la rinden a lo largo de toda la novena región, se prepararon durante años con preuniversitarios y facsímiles para poder plasmar lo mejor de sus conocimiento en más de 3 pruebas de diversas materias, con cada una cerca de 80 preguntas que no solo van a decidir el puntaje que tendrán, sino que también la carrera universitaria que estudiarán durante el 2016.
El gran problema si que afecta a los jóvenes en este modelo de vida que vivimos en Chile, es que muchas veces ni siquiera se les da la oportunidad de decidir por ellos que es lo que realmente quieren estudiar. En constante presión por el tiempo, por el puntaje de la prueba, por satisfacer los deseos de los padres y por tener que moverse del lugar de origen, muchas veces se deja fuera la opinión más importante: la del mismo alumno. ¿Será posible alguna vez que entrar a estudiar a la universidad sea más que una obligación, un deseo a futuro?
De sueños y frustraciones
A pesar de que muchos entregan palabras de aliento como “La PSU no define realmente lo que quieres ser”, la verdad es que un buen puntaje puede marcar la diferencia en cuanto a decidir lo que realmente quieres estudiar y donde quieres hacerlo. Algo que Carolina Hernández, alumna del colegio Luis Pasteur de Traiguén tiene muy claro: “Mi segunda opción es estudiar Nutrición y Dietética en Temuco, porque lo que yo realmente quiero es estudiar psicología. Sé que es una carrera que está un poco sobrepoblada, pero si tengo buen puntaje en la PSU puedo quedar en una buena universidad, y ahí se marca mucho la diferencia”. Algo en lo que está completamente de acuerdo Harry Carrasco, joven de 21 años de Victoria y que en las dependencias del Liceo Jorge Alessandri Rodríguez de la ciudad, dio por segunda vez la PSU: “La primera vez que la di no me fue muy bien, así que entré a estudiar Técnico Dental en INACAP en Temuco. Pero ahora estoy decidió a estudiar enfermería, porque es lo que siempre quise. Así que espero que me vaya bien en la PSU y quedar en la UFRO”. Es claro que muchos de los jóvenes de hoy han dejado esa idea de estudiar algo solo para “satisfacer” a sus padres y se han decidido por una carrera que realmente a ellos les guste, algo que muestra cómo es que ha evolucionado la juventud de nuestro país.
Pero aún así, los grandes cuestionamiento que aparecen al momento de analizar el proceso de selección universitaria que entrega la PSU, es que hace que los jóvenes no puedan muchas veces pensar bien que es lo que realmente quieren estudiar, y los somete a una situación de presión donde al terminar la educación media deben si o si entrar el próximo año a cualquier universidad. Algo en lo que concuerda Emanuel Torres, alumno del Liceo Gabriela Mistral de Cañete y que dio este año la PSU sin saber bien que es lo que realmente desea estudiar: “Lo único que sé es que quiero estudiar en Temuco en la UFRO o la Católica, pero aún no me decido bien entre derecho u odontología. Yo hubiese preferido haberme tomado un año para pensarlo, pero no quiero hacer pasar problemas a mis papás”. Es más, la idea de poder tomarse un tiempo para pensar bien las cosas es algo que muchos jóvenes desearían, pero como explica Carolina “hay mucha presión por comenzar altiro a estudiar, porque o si no todos piensan que uno es flojo nomas. Además si uno deja pasar tiempo, como que se va quedando atrás, y esa no es la idea”.
La odisea de vivir solo
Pero los sueños y preocupaciones por lograr un buen puntaje universitario, se conjugan para muchos junto con esa experiencia de tener que obligatoriamente moverse de su lugar de origen y comenzar una nueva vida dentro de otra ciudad, alejado completamente de sus familiares y amigos. Para Francisco Parra, estudiante del Liceo C-9 de Traiguén, esto es un problema que le complica, ya que según su propia experiencia “yo soy demasiado apegado a mi familia. Siempre salimos juntos de vacaciones, pasamos mucho tiempo en familia. Por lo menos yo jamás he pasado harto tiempo sin ellos a mi lado, así que va a ser difícil tener que alejarme toda la semana de ellos. No sé si esté muy preparado para esto…”. Las palabras de Francisco son apoyadas por la misma idea de apego de Emanuel, quien además deberá afrontar una distancia en kilómetros aún mayor que Francisco, ya que Cañete queda a casi 4 horas en bus de Temuco. “Es difícil, pero hay que hacer el sacrificio. Como la idea no es hacer gastar tanta plata a mis padres, ya quedamos en que viajaré cada 2 o 3 semanas a mi casa. Al comienzo será difícil, pero sé que me iré acostumbrando de a poco”.
En fin, nadie dijo que ser universitario sería fácil, ya que para comenzar este nuevo camino de vida se necesita realizar muchos sacrificios. El alejarse de la familia y los amigos, el vivir presionado por los estudios para dar una buena PSU que permita estudiar lo que se desea, el sufrir con el paso de un tiempo que avanza de manera tan raudas que muchas veces ni siquiera les da la oportunidad de pensar bien que es lo que quieren estudiar, decisiones que a final del camino pueden pasar la cuenta. Pero bueno, el comienzo de la vida universitaria tiene de dulce y agrás, un recorrido que se iniciará este 27 de Diciembre cuando los estudiantes conozcan su puntaje de PSU y puedan recién vislumbrar el futuro que se les vendrá. ¿Será lo que ellos realmente esperan? Solo el tiempo lo dirá.