José Antonio Kast: cuando los violentos no quieren soportar la violencia (hacia ellos)

Por Ignacio Hernandez

José Antonio Kast es un político chileno, hijo de inmigrantes alemanes, famoso por ser de extrema derecha, apoyar abiertamente la dictadura militar y estar (básicamente) en contra de casi todos los movimientos sociales chilenos de la última mitad del siglo XXI. En las recientes semanas, Kast se ha encontrado en el foco de la política de nuestro país por haber sido víctima de agresiones físicas y la quema de un muñeco que representaba su figura. Estos actos se han visto seguidos por un discurso con el cual el ex UDI ha hecho un llamado a la “tolerancia”, al “respeto” y, por supuesto, a la “democracia”, porque, según Kast, todas las opiniones son válidas, tienen cabida en las actuales discusiones sobre derechos fundamentales y deben no solo ser permitidas, sino que respetadas por el simple hecho de ser… bueno, opiniones.  

El caso de José Antonio Kast y su actual posición como víctima de violencia explícita y física es complicado de abordar y entender en su totalidad por distintos motivos. Primero, porque la violencia siempre puede ser criticada y no debe ser justificada, a menos, quizás, cuando quien efectúa esta violencia lo haga frente a la necesidad de liberarse de una opresión violenta y constante ejercida por algún sujeto que goce y abuce de ciertos privilegios. Uno puede criticar la violencia física en este caso y de la misma manera validar el sentir de Kast, que puede quejarse por haber sido golpeado, sin embargo, dentro del estado de víctima en el que él se encuentra no podemos olvidar que sufre de una violencia explícita que él mismo produjo a partir de replicar una violencia simbólica, constante y transversal hacia quien, en esta ocasión, lo ha golpeado. Por sí solo el acto violento es algo terrible e inaceptable, pero tratemos de hilar más fino y analizar esta golpiza, que evidentemente no puede ser criticada como un hecho aislado, sino que debe ser entendida dentro de un contexto. ¿Qué pasa si aquellos que atacaron a Kast se encuentran oprimidos por las ideas de este? Esto nos lleva a la segunda problemática principal de este caso: Kast hace un constante llamado a la tolerancia y al respeto de sus ideas, por el simple hecho de ser ideas y ser suyas, sin embargo, estos planteamientos pueden no ser tan inofensivos como él nos quiere hacer creer y existe la posibilidad de que oponerse a sus ideas sea un acto político de reivindicación y libertad frente a una violenta opresión reiterada. Para determinar esto solo basta con recordar algunos de los planteamientos que Kast ha hecho en el último tiempo, tales como plantear que la mujer nunca ha sido dueña de su cuerpo y las decisiones que se toman sobre él, posturas homofóbicas (estar en contra de la adopción homoparental, haber votado en contra de la ley anti discriminación o ley Zamudio, entre otras), defensa de la familia patriarcal como eje de la sociedad, estar de acuerdo con la violencia hacia el pueblo mapuche (y pedir que se endurezcan las medidas en contra de este), racismo (oponerse a la llegada de inmigrantes haitianos a nuestro país, por ejemplo),  y la lista podría seguir por varios párrafos más, pero creo que se entiende el sentido.

Pierre Bourdieu, sociólogo francés, postuló en los años setenta la existencia de un tipo de violencia denominada “violencia simbólica”, la cual, en palabras simples, consiste en aquella violencia implícita y “no físicamente directa” ejercida por un dominador en una determinada relación social; Kast, un hombre heterosexual blanco, es un “dominador” en relación a las personas homosexuales que no pueden contraer matrimonio ni adoptar hijos, en relación a las mujeres que no pueden decidir si terminar con un embarazo que podría costarles la vida, en relación a las personas que no cuentan con los ingresos económicos suficientes para retirarse de sus trabajos y recibir una pensión digna, en relación a las comunidades mapuche oprimidas contantemente por fuerzas policiales y sus ideas no hacen más que replicar todos estos tipos de violencia.

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