Experiencias paranormales: En la Ufro también penan

Por: Rocío Cuminao

Muchas son las historias que rondan por los pasillos de nuestra Universidad de La Frontera, en torno a los fenómenos paranormales que han sido presenciados por quienes frecuentan el lugar. Algunas ciertas, otras quizás contadas como leyendas, pero que se reproducen de generación en generación y quienes las relatan se encargan de darle ese toque de adrenalina al momento de transitar por los pabellones de la universidad cuando ha oscurecido.

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Estudiantes, funcionarios y profesores han llegado a sentir escalofríos en los distintos edificios de la universidad, tras experimentar hechos que muchas veces, no tienen explicación alguna, tal como comenta Ramón Díaz, estudiante de Ingeniería que estudia en el Departamento de Mecánica. Ramón cuenta que “hubo un año en que salía súper tarde, cuando ya estaba oscuro, y muchos veces en el camino que conecta mi sala con la entrada principal de la Ufro, escuché pasos y vi sombras detrás de mí”.

Sin embargo, donde más relatos paranormales nacen, es en las “tomas”, durante las cuales los estudiantes duermen en las dependencias de la universidad y muchas veces son testigo de ruidos extraños, presencias desconocidas o hechos inexplicables.

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EN LA TOMA

Así nos cuenta Tamara Fabres, egresada de Biotecnología el año 2014. “En 2011, cuando fue la toma grande en la Ufro, el primer día, estando en el edificio T, recuerdo estar llegando a eso de las diez de la noche y la entrada era por un pasillo lateral. Estaba lleno de ventanas y yo iba ingresando a ese sector, donde justo había oficinas. Una de ellas tenía puerta de vidrio y había un caballero que tenía un suéter rojo, que recuerdo, me vio”. Además, agrega que “fui donde estaban los demás y les pregunté por qué habían profesores todavía, a lo que me respondieron que no. -Pero si acabo de ver un profesor…, les dije, y entonces me contaron que había un docente que habían encontrado muerto por un paro cardíaco en su oficina. Historia que luego corroboramos con otros profesores que nos afirmaron que efectivamente lo habían encontrado ahí”.

Son varios los edificios que forman parte de las leyendas. Así relata Fabián Apolos, estudiante de Ingeniería Comercial, quien cuenta que el año 2014, en el edificio D, “estábamos haciendo un informe con unos compañeros frente a los baños del segundo piso. El auxiliar entró al baño de mujeres, sacó unas cosas, apagó la luz y caminó hasta el de hombres. Una vez dentro se escucha que se abre de golpe una llave. El agua corre durante 30 segundos y el auxiliar se devuelve, cierra la llave y nos pregunta si vimos a alguien entrar o salir. Como no fue así, se sienta un rato con nosotros y nos cuenta más historias sobre este edificio. Muebles que se mueven solos y la aparición de una niña pequeña, entre otras cosas sin explicación”.

MÁS HISTORIAS

Además, y como podría esperarse, en los edificios de la salud, donde trabajan con cadáveres, también “se escuchan ruidos inexplicables”. Tal como cuenta Natalia Jorquera, estudiante de Tecnología Médica, quien indica haber oído historias de este tipo en Morfología, lugar donde mantienen los cuerpos.

En otro lugar, de un área completamente distinta, Freddy Varela cuenta que “yo trabajé una vez de guardia en el Olímpico y uno de los auxiliares, ya mayor, me dijo una noche que no me acercara a ciertas partes del gimnasio, porque él había sentido que le tocaban el hombro y se sabía que penaban”.

Historias como estas hay muchas y, ciertas o no, aportan a construir la identidad de un lugar, tal como en la Universidad de La Frontera, donde muchas generaciones han pasado por sus aulas.

Puede que haya explicación para cada uno de los hechos que los compañeros nos relatan, pero sin duda, nadie puede cuestionar el miedo que se siente al enfrentarse a una realidad desconocida. Algunos escépticos intentarán encontrar la explicación a aquellas anécdotas, pero de lo que sí estamos seguros, es que la universidad  no sería tan interesante, sin todas las leyendas, anécdotas y recuerdos que los estudiantes, funcionarios, y todo aquel que por sus pabellones ha transitado, pueden contar. Es así como una institución se construye.

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