¿Es el fin de la Baes?

Por: Valentina Duarte

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No hay nada peor que hacer fotosíntesis en algún rincón de la universidad con las tripas rugiendo por inanición. Lo he vivido, lo has vivido. La Baes llegó a nuestras vidas en gloria y majestad, de forma divina para arreglar nuestra economía y salud, para aplacar el hambre tras largas jornadas clases y ventanas de sueño que se mezclan con la ansiedad y el estrés cotidiano que nos envuelve como estudiantes.

Una de las mejores noticias del año respecto a la Baes, hasta ahora (la única mejor dicho), es el actual monto mínimo destinado para comprar. Ahora podemos adquirir la cajita de jugo cuando nos da sed y el paquete de galletitas para matar el hambre entre un ramo y otro. Podemos estirar el monto de la tarjeta un poquito más, podemos sobrevivir un poquito más.

Algunos de los cambios que Junaeb espera realizar para el año 2018 respecto al uso de la Beca de Alimentación Educación Superior (Baes) será la posibilidad de poder comprar en verdulerías y ferias, además, tratar con menús más saludables y variados en locales de comida rápida. Creo que es una estupenda iniciativa, ya que se hace necesario combatir los altos índices de sobrepeso y obesidad en el país.

Muy bien. Pero, dentro de las medidas también se encuentra el fin de la compra de comida rápida y la restricción para adquirir productos en almacenes y supermercados (no se podrá comprar alimentos que contengan más de dos sellos). Finalmente, solo se podrá acceder a menús aprobados nutricionalmente por Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb).

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Creo no ser la única persona que piensa que de lechuguitas no se vive en el ambiente universitario. Es decir, todos conocemos la oferta en menús saludables. En la mayoría de los locales comerciales encontramos la ensaladita, los duraznitos en conserva y la bebida zero (que más desabrida que chupar un clavo). Aceptable, en parte suena bien… pero no para comer todos los días lo mismo. El estómago termina por acalambrarse de tantas comidas frías. Aumentar las opciones de menú saludable en los locales de comida rápida es fundamental.

Y… ¿por qué siempre se busca el ‘prohibir’ en vez de ‘educar’? Quienes viven de la mala alimentación seguirán buscando maneras de seguir comiendo mal. Bien, nos están restringiendo, nos están limitando, pero porque asumen la existencia de condiciones de precio en la universidad y porque, además, asumen condiciones de espacio/tiempo generalizadas. Comer sano, rico y nutritivo es caro. Es burgués. Para comer sano, rico y nutritivo hacen falta más de 32 mil pesos al mes. Además, es egoísta pensar que todos compartimos un mismo tiempo.

Amigos, compañeros, hermanos míos… ahora solo queda esperar qué nos depara el destino. Suerte.

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