Bomberos universitarios: Un desafio solo para valientes

Por: Juan Carlos Poblete

Las aventuras de jóvenes temuquenses que dividen su día a día entre los deberes académicos y el servicio bomberil a la comunidad.

screenshot_1Ocho de la mañana en punto en el cuartel de la Segunda Compañía de Bomberos de Temuco, y el tiempo está corriendo a contrarreloj para Vanessa González (20). Esta vez no está apurada para ponerse su uniforme de bombera, subirse al carro y salir a un incendio. Tiene prueba de Bioestadística en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Frontera y tiene que llegar en treinta minutos más a la sala. Las ganas de quedarse acostada casi son más fuertes que la responsabilidad universitaria. Y es que salir a apagar un incendio en plena madrugada a tiene sus efectos a la mañana siguiente. Casos como el de Vanessa se repiten en todo el país. Son miles los jóvenes que distribuyen su tiempo entre el estudio y el servicio a la comunidad. Deberes que hacen la vida hace dos veces más exigente.

Los más de 42 mil bomberos a lo largo de todo Chile no solo apagan incendios. Rescatan personas desde accidentes de todo tipo, tienen conocimiento y equipos para controlar emergencias con materiales químicos peligrosos, y también prestan colaboración en urgencias médicas, en algunos casos. A pesar de que su labor no es remunerada y voluntaria, ingresar a bomberos involucra cumplir con una serie de obligaciones. Además de las emergencias de cada día –que en el caso de Temuco, en un día pueden ser entre cuatro a seis, y en la noche dos o tres–, los bomberos deben cumplir con su asistencia a citaciones como reuniones de compañía, cursos de especialización, capacitaciones, ejercicios prácticos, y además, las guardias nocturnas, instancia en la que una cantidad determinada de voluntarios duerme en su cuartel para salir a cualquier llamado de emergencia en la noche. “Siempre pasa que en la semana con más pruebas me toca semana de guardia, y mientras todos estudian en las noches, yo ando apagando un incendio”, cuenta sonriendo Berthold Bohn (20), en un cálido salón del cuartel de su querida “Dritte” (‘Tercera’ en alemán), emplazado en avenida Prieto Norte, a pasos de avenida Alemania. De ahí entonces que ser universitario y a la vez bombero requiera extremar los horarios, organizando el tiempo entre los incendios, los rescates, las clases y las tareas.

DEL INCENDIO A LA PRUEBA

Ser bombero y universitario es un desafío que se va cumpliendo día a día, y que va dejando enseñanzas, satisfacciones y anécdotas cotidianas. Bien lo sabe Felipe Zúñiga Nuñez, estudiante de de tercer año de Odontología de la Ufro y bombero de la Tercera Compañía “Germania” de Temuco desde hace cuatro años. “Una vez llegué a las nueve de la mañana a la U y tenía una prueba obligatoria. Era complicada y no podía faltar, tenía que ir, pero había empezado hace 20 minutos y yo iba atrasado porque recién habíamos terminado de trabajar en un incendio declarado. Así es que no me quedó otra que llegar a dar la prueba con uniforme. Lógicamente, la profe me creyó, todo el curso se rio y se dio un ambiente muy divertido. Entré, me saqué el casco, la chaqueta y di la prueba. Y me fue bien!”, cuenta riendo Zúñiga.

Para Carlos Del Valle, decano de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades de la Ufro, la institución universitaria debería establecer un registro interno que genere condiciones flexibles para los estudiantes – bomberos. “La universidad no es la continuidad de la enseñanza media. Nosotros apuntamos al desarrollo profesional y personal de cada estudiante. La universidad debería pensar en generar instancias que promuevan estos aspectos de desarrollo personal, porque un bombero es alguien que sabe lo que está haciendo, con la fuerza y madurez de sus convicciones”, asevera Del Valle.

EL ORGULLO DE SER BOMBERO

Desde hace cuatro meses, Felipe Zúñiga asumió otro desafío más. Su compañía lo eligió casi por unanimidad como Teniente 4°, cargo que él lo siente como un grado más de responsabilidad para su bomba. “Al tener un cargo de mando activo te sientes parte de un equipo que quiere hacer lo mejor para tu compañía, porque tu compañía te respaldó, y tienes que dar lo mejor para ellos. Eso te va consumiendo mucho más tiempo, porque lo sientes como una obligación. Ser bombero es un orgullo”, afirma Zúñiga. “Ser bombero es una labor humanitaria que a los universitarios también les sirve para conocer el mundo que están estudiando”, dice Miguel Recabarren, bombero honorario de la Cuarta Compañía. Ha entregado 53 años de su vida al servicio voluntario. “Los jóvenes tienen que organizar su tiempo libre para también destinarlo al trabajo bomberil, pero siempre deben priorizar los estudios”, dice con voz firme.

ENTRE LIBROS Y RESCATES

Berthold Bohn (20) llevaba cinco años de cadete cuando pasó a ser bombero activo en la Tercera Compañía “Germania” de Temuco. Estaba en cuarto medio. Hoy, cursa segundo año de Medicina en la Ufro. Y va a seguir con ambas cosas, dice. “Toda mi educación superior la he pasado siendo bombero. Es típico que estoy en mi semana de guardia nocturna y mientras todos están estudiando para las pruebas, yo ando apagando algún incendio o sale algún rescate”, cuenta.

En nun principio los profes no me creían que era bombero. De ahí empezaron a notar que llegaba muerto de sueño y pasado a humo. Ahí se convencieron”, relata Berthold, quien asegura que ha podido combinar su carrera con la especialidad de su compañía. “Voy complementando lo que aprendo con cada rescate al que nos enfrentamos. Es como ir aprendiendo la materia en la práctica, aunque nosotros como bomberos no podemos aplicar procedimientos médicos más específicos. Pero es una doble motivación de aprender trabajando”, finaliza.

Una vez estaba en plena clase, sentí mi carro y salí corriendo al llamado”, dice Vanessa, sentada y estudiando un cuaderno en su cama de la guardia nocturna de la Segunda Compañía de Bomberos de Temuco pasada la medianoche. Pero de pronto, Vanessa y sus demás compañeros de bomba corren… pero no porque vayan a clases con el tiempo en contra. Es un llamado por olor a gas en una casa, de origen desconocido. A medida que las luces destellantes azules y rojas iluminan las calles, Temuco que se estremece por las sirenas del carrobomba rojo de los bomberos… o mejor dicho, de estudiantes que dejaron sus libros y cuadernos en el cuartel.

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