Universitarias embarazadas: un camino difícil de sobrellevar

Por: Ricardo Ruiz y Gabriel Gutiérrez

La época universitaria es una de las más comprometedoras de todas y eso lo saben bien los más de 8 mil estudiantes de pregrado que tiene la Universidad de La Frontera dentro de sus aulas. Las seis facultades que conforman esta casa de estudios temuquense, cobijan cada día a estudiantes que viven el día a día preocupados por realizar trabajos y reunirse a estudiar para alguna de las pruebas que puedan dirimir su futuro estudiantil durante el semestre.

Mochilas, cuadernos y lápices son los reyes dentro de este ambiente estudiantil que parece no dar cabida alguna a otra preocupación que no sea poder tener buenas notas para no quedarse con algún ramo. Pero hay estudiantes diferentes, alumnos que poseen una preocupación aparte a todo lo relacionado con el aula y que dentro de sus lápices y cuadernos sobresale un útil escolar diferente: los pañales.

Son las estudiantes/madres, jóvenes que deben sacrificarse diariamente para poder entregar lo mejor de sí dentro y fuera de las aulas, ya que cuentan también con la responsabilidad de criar un pequeño o pequeña que también requiere del 100% de atención.

Pero, ¿cómo es la vida de una mujer que debe dividir completamente su tiempo diario? ¿Se hace aún más complicado para una madre el poder estudiar y cuidar un hijo de forma paralela? Y lo más importante: tomando en cuenta que como país las ayudas a las madres se extienden solo a las trabajadoras (con los 6 meses de postnatal) y a las estudiantes de enseñanza media (a través de la Ley N° 18962 de la LOCE), ¿Existe una ayuda verdadera por parte de la Universidad a las madres estudiantes?

Compatibilidad vs Responsabilidad

Camila Neira junto a su hija“La verdad es que al entrar a la universidad, mi hija era lo que más me preocupaba. Temía a que los horarios no compatibilizaran, pero menos mal no fue así. El proceso de separarnos por más tiempo con mi hija ha sido triste, pero a la vez reconfortante al saber que lo que hago lo hago por ella”, confiesa Camila Neira, quien entró este año a estudiar Pedagogía en Castellano y Comunicación a la Universidad con una pequeña de un año y medio de edad.

Y como relata Camila, el proceso de compatibilizar los tiempos entre las obligaciones estudiantiles y el cuidado de su hija se transforma en el punto más importante dentro de las preocupaciones que poseen las madres estudiantes, algo que muchas deben simplemente sacrificar al punto de tener que congelar su carrera en desmedro del cuidado integral de su bebé.

Cosa que hizo Militza Yañez, quien durante el año pasado estudiaba Ingeniería Civil Industrial y que debió dejar sus estudios de manera temporal producto del nacimiento de su hija Florencia. “Al principio de mi embarazo decidí postergar mis estudios, porque los síntomas como mareos y vómitos eran súper difíciles de manejar y más si tenía que ir todos los días a las salas de clases en la universidad”.

El ejemplo de Militza es claro con respecto a lo difícil que se hace para una madre joven el estudiar una carrera universitaria que requiere casi su tiempo total durante la semana, algo en lo que se juega completamente la responsabilidad de criar un pequeño, versus la compatibilidad que se necesita para poder ordenar todos sus tiempos.

Francisa Castillo estudiante de MedicinaEsto puede jugar aún más en contra si también se consideran los sueños y ansias de la joven de poder estudiar algo en lo que han puesto esfuerzo durante todos sus años en la media. Algo que le ocurrió a Francisca Castillo, originaria de Traiguén y quien este año entró a estudiar Medicina en la UFRO, luego de haber sacado un puntaje ponderado de 773 puntos, lo que la convirtió en la alumna con mejor puntaje en toda la provincia de Malleco. “Siempre quise estudiar Medicina, por lo que fui demasiado feliz cuando supe mi puntaje. Eso sí, como tuve mi hijo Vicente en enero siempre me dio un poco de miedo el ver que quizá no sería capaz de comenzar el año en la U y dejarlo a él de lado. Pero hasta el momento, con mucho esfuerzo, he podido hacerlo.”

Una ayuda vital

Lamentablemente existe una especie de vacío legal dentro de las ayudas que el Gobierno podría propiciar a las madres que estudian dentro de la universidad, ya que aunque la ley obliga a que las mujeres que trabajan y las estudiantes de educación tengan ayuda en sus respectivos lugares, no existe ningún tipo de obligación real a las universidades para que entreguen facilidades académicas y administrativas a las estudiantes con hijos.

A pesar de esto, la Universidad de La Frontera durante octubre del año pasado puso en funcionamiento (en conjunto con la fundación Integra) un jardín infantil para que todas las estudiantes de la universidad puedan dejar ahí a sus hijos durante el día, sin costo alguno. La misma directora del jardín, Giovana Herrera, aseguró que “la necesidad de los estudiantes universitarios llevó a que la Fundación y la Universidad dieran vida a este proyecto, el que hemos dotado de características propias y sustentado en un modelo educativo que se basa en los principios fundamentales del derecho de los niños”. Y a la fecha, realmente se ha transformado en una tremenda ayuda para las madres que necesitan tener sus hijos cerca de ellas, algo que Camila Neira deja en claro al expresar que “Mi hija esta matriculada ahí desde marzo, y es el lugar donde se queda de lunes a jueves desde las 8:30 a las 7 de la tarde. Personalmente no sabría que hacer sin un establecimiento como este, porque han acogido a mi hija de una manera magnifica.”

A pesar de que el tener dos responsabilidades tan grandes como estudios universitarios y un hijo se transforma en una doble carga para las cientos de madres que estudian en la UFRO, aún así muchas jóvenes han podido salir adelante con sus propios esfuerzos y con este tipo de ayuda vital que la misma universidad ha entregado. Y es que a fin de cuentas, no existe un sacrificio más grande que el que puede hacer una madre por sus hijos, algo que muchas estudiantes tratan de hacer cada día, solo con el propósito de entregarle un futuro a ese retoño/a que lo/a espera cada día al volver a casa. Esa es la magia del amor.

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