Un favor porque sí

Por: Camila Huecho

Había terminado mi día hecha pebre. Quería puro llegar a mi casa a encerrarme.

Me despertó la voz del conductor de la 5 que me decía que la micro había llegado al final de su recorrido y tenía que bajarme.

Abrí los ojos, súper desorientada, ¿en qué momento me quedé dormida? Me enderecé y miré por la ventana. No reconocí ninguna calle. No tenía idea de dónde estaba.

file_20140602192259

No me hice problema. Le pedí disculpas y tranquilamente tomé mis cosas para bajarme. No era tan tarde, aun había luz para caminar un rato más, pero el conductor se quedó de pie junto a mí igual.

Me preguntó si era acá donde tenía que llegar. Me pasé po’, le dije. Se rió. ¿Pero se ubica por acá? ¿Sabe cómo volverse? No, pero para estos imprevistos estas leseras son súper útiles, le contesté mostrándole mi celular, que para variar empezó a chillar y a iluminarse con el siempre inoportuno aviso de baja batería.

Me quedó mirando. Y se rió de nuevo. No, siéntese nomás, la llevo para su casa. Volvió al asiento del conductor y echó a andar mientras yo seguía parada frente a la puerta de atrás, con la mano sobre el timbre.

No fueron más de veinte minutos los que pasó recorriendo el camino de vuelta para mi casa, pero conversamos. Mientras el sol seguía bajando, yo seguía repitiendo las disculpas por hacerlo desviarse a una hora en la que me imagino lo único que quería era volverse a su casa. Me dijo que no me preocupara, que él igual se cansaba y que eso le pasaba a todo el mundo; estudiar es súper agotador, tiene que descansar harto, señorita, es importante.

Duerma

Frenó en la entrada de mi pasaje con suavidad de madre. Vaya a su casa y duerma, ¿ya?

Nunca, desde que puedo recordar, un micrero había sido tan amable y dulce conmigo. Dormí más de una hora arriba, sí, estaba cansadísima. Seguramente me gritó un buen rato antes de darse cuenta de que yo no reaccionaba y que apoyaba la cabeza en la ventana, inerte, desde hace un buen rato. No era su responsabilidad. No estaba oscuro, no era un barrio peligroso. Pero dio la vuelta para no hacerme caminar, porque me vio cansada, porque tiene que cuidarse, señorita, dormir es importante.

Probablemente mi día no haya estado muy bueno, y probablemente no me quede energía para nada más por hoy y me den ganas de llorar de solo pensar que hay que llegar a hacer informes y seguir trabajando; pero esa vuelta innecesaria, esos quince minutos de cariño en la cabeza verbal, me arreglaron el ánimo y me devolvieron la energía de las 8 horas de sueño que me faltaban.

Mientras sacaba mis llaves de la mochila frente a mi puerta, pensaba que lo más gracioso de todo es que los gestos amables me tomen tan por sorpresa cuando vienen de alguien que no conoces. ¿Qué es lo que le impide a alguien ser agradable y hacerle un favor a un desconocido? Probablemente aquel conductor tenía sueño, quizá había pasado la tarde conduciendo y ya solo quería irse a su casa. Hubiera sido súper fácil abrirme la puerta trasera de la micro y dejarme marchar, porque aunque la responsabilidad moral de dejarme sola en una calle desconocida lo rondara, lo cierto es que yo no estaba en ninguna situación particularmente compleja y cotidiana.

Abrí la puerta pensando en lo bien que se sentía no haber tenido que caminar hasta acá con todo este cansancio gracias a él. Probablemente él se fue para la casa igual de contento. A veces uno se olvida de que pensar en el otro no es tan complicado como parece, que no conocerte no es un impedimento para preocuparme por ti, y que un gesto cariñoso y desinteresado te recuerda que el tener o no un buen día a veces depende de cosas un poco más abstractas que el haberte sacado una buena nota en la prueba o haber logrado terminar la pega a tiempo.

Mil disculpas y mil gracias de nuevo a la distancia a ese micrero de la 5 que se preocupó de mis horarios de sueño como un papá y al que hice darse varias vueltas extra encontrando mi casa. Por darle su tiempo a una cabra desconocida cansada y ser más amable de lo que le correspondía serlo.

Su gesto no será olvidado. Prometo acostarme temprano hoy día.

Comentarios