«Por Juan Carlos Poblete»
El ingeniero forestal analiza el incendio forestal de Conguillío y critica la gestión de primera respuesta de Conaf.
Es una fría tarde de miércoles en la Plaza de Armas de Temuco. La torre Campanario refleja el brillante gris del cielo nublado, el que por momentos dejó decaer algunos chubascos. Es una de las primeras lluvias de otoño, precipitaciones que eran ansiadas por quienes sufrían la sequía y, sobre todo, por los que saben que esos chubascos servirán para liquidar el incendio forestal en la Reserva Nacional China Muerta y el Parque Nacional Conguillío, en la comuna de Melipeuco.
Ese mismo lugar, arrasado por un incendio sin precedentes, fue el que visitó el hombre que ahora está en la esquina de calle Bulnes con Varas, y que al sentarse en una de las mesas del Café Austral pide una taza de té, para disponerse a conversar sobre un tema que lo ha tenido preocupado durante más de 20 días. Rodrigo Gutiérrez Ibáñez, el mismo gentil caballero que saluda cortésmente a dos comensales en el interior del local, es el presidente del Colegio de Ingenieros Forestales de La Araucanía.
La temperatura cálida del salón del edificio, las paredes con detalles en madera y el color verde de la chaqueta de Gutiérrez traen a colación el gigantesco incendio que afectó más de seis mil hectáreas de bosque nativo, incluyendo araucarias milenarias y bosque nativo jamás explorado en cumbres de terrenos vírgenes y cordilleranos. El incendio forestal fue catalogado por los medios como un “desastre ecológico” y fue dado por “controlado en su avance” por la Corporación Nacional Forestal (Conaf) después de 22 días de operativo, algo que para del ingeniero forestal de la UCT y candidato a magíster en Recursos Naturales es motivo de una profunda tristeza y dolor debido al irrecuperable daño en el ecosistema natural protegido.
—Desde el punto de vista de un ingeniero forestal, ¿qué es lo que se pierde en un incendio forestal en un área silvestre protegida?
—En incendios forestales en bosques nativos se pierde flora y fauna natural, autóctona y milenaria. Hay una variedad incalculable de vegetación y animales característicos de la zona. Estamos hablando de que en Chile hay 260 mil hectáreas de araucarias entre la Región del Bío – Bío y Los Ríos y si se nos queman cientos de hectáreas de araucarias, entonces el daño al patrimonio de biodiversidad y al ecosistema es inmenso. Es un gran porcentaje de especies ancestrales que lamentablemente se perdieron.
—Más allá de las 6 mil 599 hectáreas afectadas, ¿cuál es el valor como recurso natural de lo que resultó siniestrado en Conguillío?
—El valor de lo que se perdió es incalculable. Es más que biomasa, hay una alteración en el funcionamiento del ecosistema, como la limpieza de los aires y los agentes polinizadores, se trata del valor de la vida silvestre que se perdió y eso es algo que nos mantiene con tristeza y dolor. Es un daño no solo ambiental, sino también cultural y antropológico de esa zona y de una modificación al paisaje escénico, por lo que también perjudica al turismo. Es decir, el daño es transversal. Pasa por lo ambiental, por el estudio científico y hasta lo económico.
—¿Por qué se podría decir que el incendio forestal en China Muerta – Conguillío es un “desastre ecológico”?
—La cantidad de biodiversidad afectada hace que sea una catástrofe. Hay sectores dentro de la reserva donde el fuego fue irregular, debido a la topografía de alta montaña, por lo que quedaron algunas araucarias. La araucaria está genéticamente preparada para soportar el fuego, pero solo el superficial, no el de copas ni el subterráneo, como el que hubo en este incendio. Cuando el fuego quema copas y raíces, la pérdida es total. Hay zonas que por relieve no pudieron ser estudiadas previamente y donde habían araucarias cuyo proceso de crecimiento podría haber sido de más de dos mil años. Nunca lo podremos saber, porque lo perdimos.
—¿Qué tan cierto es que los bosques nativos a veces “necesitan quemarse” como parte de un proceso natural?
—En los orígenes de los bosques efectivamente se habla de procesos catastróficos. A lo largo de la vida de un bosque pueden ocurrir eventos como erupciones, lahares y terremotos. Sin embargo, en los últimos años el calentamiento global ha hecho que las temperaturas aumenten, creando condiciones precisas para la ocurrencia de estos incendios, por lo que cualquier intervención del hombre basta con provocar incendios que en realidad no deberían haber ocurrido.
—¿El Colegio de Ingenieros Forestales tiene alguna propuesta o plan de acción para colaborar después de que finalice el incendio?
—Nuestra crítica es al sistema de detección de incendios forestales de Conaf. Es malo. No puede ser que el combate de un incendio forestal en un área silvestre protegida comience cuando ya van 10 hectáreas quemadas. El combate de nocaut, con la movilización de todos los recursos disponibles, debe comenzar al primer humo que se vea. Velaremos entonces por una mejora en este ámbito y queremos aportar como ente técnico, así como apoyar en la prevención.
Experiencia
El ingeniero forestal de 40 años es sólido al argumentar. Su carrera ha sido destacada a partir del trabajo con comunidades mapuches en el manejo sustentable de recursos forestales y durante su experiencia profesional ha pasado por empresas privadas y la misma Conaf, entidad encargada de la preservación de áreas silvestres y del manejo del fuego forestal, ámbitos que Gutiérrez analiza con voz serena a medida que la taza de té va perdiendo el líquido.
—¿Cómo evalúa el desempeño de la Conaf en relación al incendio en Conguillío?
—Los hechos lo dicen todo. Que se remueva al director quiere decir que la respuesta inicial por parte del organismo fue lenta. Nosotros apoyamos a los brigadistas, valoramos su trabajo. Si no hubieran estado ellos en primera línea esto hubiese sido peor. Con lo que no estamos de acuerdo es con el sistema estratégico de Conaf, que fue ineficiente, y solo en los últimos días llegaron los recursos necesarios que permitieron un mejor combate.
—¿Cree que la desvinculación de Mario Acuña desde el puesto de director de la Conaf acusa cierta culpabilidad dentro de la gravedad del incendio?
—Son decisiones de ellos como unidad, nosotros no nos metemos. Pero el año pasado ya habíamos hecho abiertamente una recomendación a las autoridades. Sugerimos públicamente y a través de los medios que nos hubiese gustado que el director de Conaf fuera un ingeniero forestal, alguien de nuestra profesión, en un servicio forestal tan trascendente como es Conaf. Nosotros vamos a insistir con eso.
—¿Considera que la situación se agravó aún más debido a una negligencia por parte de los organismos gubernamentales encargados de los protocolos de emergencia?
—Pediremos las explicaciones correspondientes a las autoridades cuando se apague la última brasa. Por ahora estamos dedicados a disponer nuestro conocimiento técnico ante esta situación. Cuando eso suceda, y creo que en conjunto con la sociedad civil, llegará la hora de exigir las explicaciones a las autoridades competentes.