¿Qué universidad?

Por: Angélica Arce

Es cierto que la educación en Chile, en Latinoamérica, está en “crisis” desde hace ya varios años. La enseñanza básica y media cada vez más escueta en tanto humanidades, artes y organización; las instituciones de educación superior en todas sus formas avanzan a pasos agigantados hacia la tecnocratización, las juventudes no están pensando su mundo, la universidad… ¿qué universidad?

Cuando aún era liceana, quinceañera ñoña con aires de revolucionaria, miraba la universidad como si fuera una golosina de lustrosa envoltura. Animada por los profesores de aquel entonces pensaba en esta institución como el gran momento de mi vida; la libertad que no te permitía el colegio, la exploración de saberes, la puerta a un mundo de maravillas desconocidas y quizá qué otra ilusión de adolescente.

Imaginarán mi desenfado con quienes me alentaron a depositar la esperanza del futuro en lo que llamamos universidad; después de todo, es este el lugar que me robó más de un pedacito del cuerpo.

Entré a periodismo el 2013 en la Universidad de Concepción, pasado el primer semestre perdí interés, pero seguí en la carrera al menos dos años más. “Por el desarrollo libre del espíritu” dice el lema de la UdeC, pero el desarrollo, libre y del espíritu fue lo que nunca encontré; es más, cuerpos gruesos de docentes, administrativos y estudiantes se encargaban de perpetuar el vacío intelectual de las facultades, de mantener en el podio a peces gordos de la micropolítica universitaria, de asquear el cansancio de a quienes nos quedaba rebeldía y quebrar –violentamente- nuestras vidas juveniles.

En periodismo Udec se acosa a las estudiantes; a las profesoras, en periodismo Udec se discrimina a quienes no cumplen los estereotipos de la televisión, en periodismo Udec presenciamos y sufrimos episodios de violencia desde profesores y administrativos, en periodismo Udec normalizamos las conductas agresivas; las fechorías del politiqueo; los toqueteos de compañeros; las insinuaciones de los maestros.

El 2017 entré a la Universidad de La Frontera, al camino de la mente a la verdad según su lema: “Itinerarium mentis ad veritatem”.  Actualmente, curso el segundo semestre de mi primer año en la Ufro y aún me pregunto ¿qué universidad? ¿qué camino, qué mente, qué verdad? Sí, porque me encuentro con un montón de personas que no saben dónde están paradas, que perdieron cualquier interés por el saber, que no leen ni por placer ni por conocer y pienso, ¿quién es responsable si la universidad la “hacemos todos”? ¿quién es responsable si esto no es reciente, no es de universitarios solamente?

La educación representa una crisis de no acabar en Chile, en Latinoamérica. La educación es el reflejo de las sociedades que se están construyendo, de nuestros gobiernos, del mundo que tenemos. La educación, mis amigos, no es más que el sistema económico que nos recorre, del odio grande que nos impugna, de la ignorancia que no sabemos.

 

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