María Teresa Ahumada, la tía de las hamburguesas de soya: “Mi amor platónico es Kurt Cobain”

Por: Gabriel Gutierrez

maria teresa ahumadaSon cerca de la 1 y media de la tarde, y a esta hora la Universidad de La Frontera se apresta en pleno a recurrir al sagrado ritual del almuerzo. El Casino Los Notros se encuentra abarrotado de estudiantes y académicos, y son varios los pequeños negocios que pululan alrededor de la universidad, donde es posible encontrar largas filas de gente esperando capear el hambre que a esta hora arrecia.

Dentro de todo estos lugares destaca uno en particular, uno que quizá no es tan establecido como los grandes casinos, pero que no tiene nada que envidiarle en cantidad de fieles consumidores: el pequeño negocio de venta de hamburguesas de María Teresa Ahumada, a esta altura ya conocido por todos como la “tía que vende hamburguesas de soya en la casita de humanidades”.

Los tres años de trabajo dentro de la universidad y las míticas hamburguesas de soya a tan solo 600 pesos, han transformado la figura de María Teresa en una figura insigne dentro del ámbito del bajón universitario.

—¿Cuál ha sido la travesura más grande que ha hecho en su vida?

—Bueno, yo estudié la media en un colegio católico de “monjas teresianas”, donde la madre superiora que mandaba era de verdad lo peor, una persona súper estricta y terrible, el diablo con velo. Y como yo ya iba a salir de cuarto medio decidí que no iba a irme del colegio sin antes habérselas cobrado todas a la monjita. Así que lo que hicimos con una compañera fue buscar uno de estos ratones grandes y pillamos uno que tenía crías, los metimos a un tarrito de café y los llevamos hasta la oficina de la monja. Entonces sacamos los ratones y comenzamos a ponerlos en distintas partes de su oficina, en las cabinas de su mueble, entre medio de sus cosas, etcétera. Te imaginarás la reacción de la monjita, casi le da un paro cardíaco del tremendo susto. Aunque me pillaron porque su oficina tenía cámaras, me hicieron un tremendo sumario y casi me expulsaron del colegio, pero igual me fui satisfecha porque pude sacarme los balazos que tenía con la monja.

—¿Qué le gustaría ser si no fuera vendedora de hamburguesas?

—En realidad soy profesora de educación básica y estuve 20 años ejerciendo, pero por mi hija llegué hasta este lugar, porque ella era la que vendía hamburguesas y yo la acompañaba, pero ella terminó su carrera y yo me quedé con el negocito. Aunque realmente a mí me hubiese gustado ser asistente social, porque me encanta esa parte de poder ayudar a la gente y todo eso. Pero bueno, el tiempo pasó y nunca pude llegar a serlo.

—¿Cuál es su mayor pecado culinario?

—No tengo dudas: un costillar bien aliñadito con miel, con mostaza, con pastita… ¡Ufff…! eso de verdad es mi pecado. No puede faltar cumpleaño sin que me pueda dar el gusto de comerme un buen y exquisito costillar.

— ¿Cuál es su película favorita y la que más odia?

—Si hay una película que a mí me encanta y que me llegó mucho, esa fue “La vida es bella”. Toda la historia de ese papá que trataba de mostrarle a sus hijos una realidad diferente de las atrocidades que estaban viviendo en ese tiempo (la Segunda Guerra Mundial), de verdad me llegó demasiado. Y en realidad no tengo una película que odie, pero si hay algo que no me gusta son las películas de acción, con muchos balazos y bombas…

— ¿Con qué personaje se identifica?

— Con Javiera Carrera, por lo aguerrida que era, por su templanza, por todo ese carácter fuerte que tenía y que la hizo súper importante en la historia.

DE CHOCOLATES Y KURT COBAIN

La entrevista se ve interrumpida constantemente por la cantidad de jóvenes que se acercan a la pequeña mesa donde María Teresa ofrece sus productos. Y es que a estas alturas sus ya famosas hamburguesas de soya son uno de los puntos obligados en el almuerzo universitario de la Ufro.

—¿Tiene un amor platónico, cuál es?

—¿Amor platónico? Pero indudablemente… mi amor platónico es Kurt Cobain. De verdad me encantaba él y me encanta toda la música que hizo. La ando trayendo y la escucho en todas partes, en la casa, en el celular, en la radio… si hasta tengo una canción de Nirvana como ringtone de mi celular.

—¿Cuál es su placer culpable?

—Lejos mi placer culpable son los chocolates. Me encanta tener mucho chocolate y degustarlos. Me compro chocolates y no le convido a nadie, ni a mis hijos, mis chocolates son solamente míos. Si no hay nada más relajante que acostarse, ver una buena película y comerse unos chocolates amarguitos o también comerme unos cuchuflís largos, rellenos de manjar y bañados en chocolate. Me encantan.

—¿Cuál cree que es su mayor defecto?

—Si hay algo que a mí me carga es la mentira. Jamás transo con la mentira ni con la gente que es mentirosa. Siento una detracción tan grande por la mentira que cuando me mienten saco fácilmente mi lado B y quizá ese es un defecto, porque no tengo mucha paciencia para pensar bien las cosas y comprenderlas de buena forma. Quizá esa paciencia es un defecto que debo tratar, pero es que de verdad con mentirosos yo no voy a ninguna parte.

—¿Cuál es el garabato que más usa?

—Un garabato que uso mucho es “cresta madre”. De verdad me encanta. Y lo repito siempre, en todo momento del día. ¡Cresta Madre! Mientras lo diga con más intención, suena mucho mejor.

—¿Cómo son sus días domingos?

—Bueno, todos los domingos sagradamente voy en la mañana a dejarle flores a mi viejita. No hay domingo que no vaya, haga frío, llueva o truene. Y la tarde me gusta pasarla en la casa con mi familia, compartiendo entre todos. O también me pongo a arreglar algunas cosas y descansar. Eso sí, siempre en la casa y con la familia.

—Finalmente, ¿qué haría si le quedara un día de vida?

—Tengo varias cosas claras en mi vida que me gustaría cambiar. Y si tuviera solo un día de vida me decidiría a arreglar todas esas cosas. Ir a cada parte y arreglar todo eso que no he podido hacerlo hoy. Y así poder descansar tranquila, irme al más allá con la tranquilidad de saber que pude solucionar todo eso que me acongojaba.

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