Hay que trabajar para sobrevivir, la historia de Pepo

Por Macarena Alvarado.

Un día como cualquier otro, una persona como cualquier otra, día a día sale a trabajar para poder llevar de comer a su hogar, para poder subsistir. Al igual que miles de personas, por no señalar a toda la población, pasan horas ejerciendo labores, todo con el fin de ganar dinero para comprar lo necesario, hay personas que ganan mucho dinero, y otras que no tanto, que con mucho esfuerzo luchan por tener una vida digna, así como Pepo, un hombre esforzado que se levanta cada día a las 4 de la mañana, para poder vender sus productos en la Feria Pinto. Él, es el protagonista de nuestra historia.

¿Quién es Pepo?

Con cerca de 55 años, o por lo menos lo que él menciono para redondear, José Arturo Gómez es un hombre que dice haber pertenecido a la Feria Pinto toda su vida, siguiendo los pasos de su padre; y heredando el negocio familiar. Pepo, para los más cercanos, es una persona humilde, felizmente casado hace 31 años, padre de cuatro hijos, abuelo de dos nietos, y próximamente, bisabuelo,  que con una gran energía, dice no sentirse un tata más. Pepo es un hombre de contextura media, ya que dice que para su edad, no puede tener su figura, y en especial las calugas como los de la tele, que tenía en sus años mozos. No es muy alto, ni muy bajo, siendo el promedio de la estatura masculina en Chile, cabello gris por las canas, que dice que le da su toque de galán. Como toda persona de edad, los años pasan por su piel, pero no suele ser su complejo. Dice vivir y ser oriundo del sector de San Antonio, en la ciudad de Temuco. Es un caballero a la antigua, muy educado con su clientela, y con las personas en general, de un carisma desbordante, como cuando al solicitarle una foto, se negó, para no poder enamorar a las chiquillas, ya que tiene dueña.

Su vida en la feria

La Feria Pinto es un lugar ya típico de la ciudad, y de la región, se ubica en el centro de la avenida Francisco Antonio Pinto,​ entre las calles Lautaro y Francisco Bilbao. Es un lugar muy llamativo desde lo visual, por la gran cantidad de variedad de puestos, de gente, pues, aparte de tener puestos de venta de frutas y verduras, posee locales de comida, de ropa, de lo que uno imagine, se encuentra ahí. Es un lugar muy grande, donde en días sábados y domingos por la mañana, a veces es imposible el caminar tranquila y cómodamente. Es un espacio en donde uno, en lo que es olores, puede obtener varías experiencias distintas, el olor de las verduras recién cultivadas, los platos de los locales, que van desde pescados, hasta las típicas sopaipillas a 200, por lo que ir, nunca será una oportunidad no disfruta o enriquecedora.

Como ya está mencionado anteriormente, Pepo ha vivido desde pequeño por los pasillos de la feria. Su padre vendía las papas que cosechaba en su campo, para poder darles de comer a él y sus tres hermanas. Al ser el único hombre, y con la ausencia de su madre, debido a su muerte prematura, dejó la escuela en tercero básico, para poder ayudar a vender a su padre, por lo que se familiarizó desde temprano con el comercio. Dice siempre ser bueno para vender y era todo un Adonis para las señoras que iban a comprar habitualmente por ahí, que lograba captar su atención y ofrecerle sus productos. Con el paso de los años, Pepo fue creciendo, así como el negocio, tomando más fuerza como vendedor estable de su puesto, empezó a cultivar mas verduras, para ampliar la variedad, así es como además de papas, también ofrece cebollas, manzanas, uvas, entre otras frutas y verduras, y a muy buenos precios.

Justamente, así conoció a su hoy esposa, Raquel. Relata que un día, él vendiendo como siempre, se le acerca una mujer que vendía café a los feriantes y al público en general. Ella iba todos los días y se ponía a conversar con las personas, con el tiempo se hicieron amigos, hasta que se animó y la invitó uno de sus cafés, y con su galantería la conquistó, y tras 8 meses de relación, se casaron por todas las de la ley, se fueron a vivir juntos y no pasó mucho tiempo que tuvieron a su primera hija: Carmen.

Su entorno más profundo

Si bien dice estar felizmente casado, y con unos maravillosos hijos, la vida no ha sido nada fácil para José. Aparte de no completar sus estudios y dejarlos a muy corta edad, eso mismo, le ha jugado en contra muchas veces, pues señala que hace pocos años terminó de aprender a leer o escribir de una forma correcta, gracias a sus hijos más grandes que le enseñaron.

No ha tenido las comodidades de comprarse un celular cada vez que lo necesiten sus hijos, o complacerlos en cada capricho, sin embargo, como todos los padres, busca siempre dar todo lo posible a sus hijos para que sean felices. Relata que con mucho esfuerzo,  y tras varios años, por fin ha terminado de pagar su casita propia, el sueño de cada familia, por lo que ahora puede descansar un poco más, sin descuidar tanto pues, las deudas lo perseguirán hasta el más allá, a él y a sus hijos, y nietos, y toda su generación, que ese será su legado para sus próximas generaciones, dice en contexto de chiste.

Su sueño, es que sus hijos puedan ser alguien importante en la vida. De sus 4 hijos, 2 ya están casadas, uno trabaja fuera de casa y todavía tiene a su conchito, que tiene 16 años, y estudia en el liceo Pablo Neruda, acá en Temuco. Plantea que su más grande anhelo es que sea la primera profesional de la familia, y espera que pueda tener la gratuidad, pues se le hace complicado poder pagar una carrera entera y al contado, pero con toda la fe en Dios, dice que si es necesario endeudarse aún más para que su hija pueda estudiar y tener una vida mucho mejor que la que él pudo entregarle, lo hará sin pensarlo mucho.

José, por el momento no piensa dejar su puesto en la feria, pues dice qué mas podría sacar el pan de cada día, y espera que uno de sus hijos pueda seguir el negocio familiar, para no perder la tradición. Aparte, nos invita a visitar más seguido la Feria Pinto, un lugar donde encontrará de todo, bueno, bonito y barato, y ayudaremos a muchas familias como la suya, a surgir, y poder tener una buena vida.

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