Adiós al completo por completo

Por Gabriel Sandoval López.

Vuelve marzo, vuelven las clases y por ende, vuelve la tan anhelada tarjeta Junaeb. Un beneficio codiciado por todos, pero que sólo algunos pueden disfrutar. Si tú eres de los afortunados que mes a mes recibe la suma de 32 mil pesos para gastos alimenticios, entenderás la pena que siento en estos momentos, ya que desde el 1 de abril del 2018, la “Baes” no podrá pagar nuestros antojos de completos, churrascos y todo tipo de “comida chatarra”.

La medida implantada por el gobierno no solo limita el uso de la tarjeta en locales de comida rápida, sino que también restringe la compra de alimentos con más de dos sellos en todos los supermercados del país. A partir de abril todo será ensaladas, tallarines y tarros de atún, dejando atrás los años gloriosos de chorrillanas en el Jack’s, sushi en el Pagoda  y copas de helado en el Bravíssimo.

La disyuntiva que se presenta en mi mente ante esta lamentable noticia es ¿será necesario?, porque es verdad que la alimentación de un estudiante universitario promedio no es buena, pero la razón no deriva tanto en lo que consume, sino en cuánto consume. Personalmente, no soy de las personas que todos los días se come un completo, o que se muere si no toma una Coca Cola, a mi parecer los límites deberían ser impuestos por los propios estudiantes, dando libre albedrío al consumo de comida rápida o saludable.

La Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas, quien recarga la tarjeta cada mes, debe tener un registro de todo el consumo realizado por los estudiantes a lo largo del semestre. Teniendo esa información, debería buscar a los beneficiados que gastan todo su dinero en comida chatarra y replantear si esas personas se merecen la beca o no. Así pues, los que disfrutamos de un delicioso churrasco en determinadas ocasiones, no nos veremos perjudicados ante la prohibición definitiva de la comida poco saludable.

Considero que la forma como nos alimentamos es un tema bastante amplio, del cual podemos sacar muchas conclusiones. Cada uno sabe lo que come y los efectos que eso conlleva a futuro, mi intención no es fomentar la mala alimentación, sino buscar otras opciones ante la inminente restricción de un beneficio que ha sido coartado por lo que se considera “saludable”.

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