Violeta: el color de los contrastes

«Por Enoc Figueroa Neira»

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El año 2013 se cumplen 50 años desde que Violeta Parra grabara dos de sus mayores éxitos,“Casamiento de negros” y “Que pena siente el alma”, este último interpretado por la actriz Francisca Gavilán en la película “Violeta se fue a los Cielos”, donde se demostró que el espíritu de la cantautora chilena sigue vivo aunque pasen los años.

“Poeta, cantante, autora y tejedora. Recopiladora, artista plástica, aquí les presentaremos a la chilena Violeta Parra”. Con esta antesala de atributos se presenta a la protagonista de la cinta “Violeta se fue a los Cielos”dirigida por Andrés Wood, siendo también las primeras palabras que se mencionan en el filme, buscando destacar cada una de las facetas en las que la artista se desenvolvió.

Una historia narrada principalmente en racconto y a su vez sin un tiempo lineal, pero que muestra la intensión del director de dar a conocer episodios de una mujer llena de contrastes, de altos y bajos, con tristeza y alegría, con ganas de vivir y deseos de morir.

Filmada en Chile, Argentina y Francia, la cinta se ha hecho acreedora de galardones tales como El Gran Premio Internacional del Jurado en el Festival de cine independiente Sundance; premios de mejor actriz y mejor director en el Festival Iberoaméricano de Huelva, para Francisca Gavilán (como Violeta) y Andrés Wood, respectivamente y siendo nominada también a los premios Goya como mejor película iberoaméricana.

Intensa, dramática y repleta de humor negro, son los conceptos que podrían definir la producción de Wood. Con una Francisca Gavilán completamente mimetizada en el espíritu de la folclorista y quien por cierto además se dio el lujo de interpretar de forma magistral temas emblemáticos de Violeta, tales como;“Maldigo del alto cielo”, “Volver a los 17”, “RunRun” y “Que pena siente el alma”. El soundtrack  juega un rol fundamental a la hora de pocisionarce y complementarse de forma muy bien lograda junto a las escenas, y el hecho de que la misma actriz que interpreta a Violeta también haga suyos los temas de la cantautora, hace que el clima sea mucho más cercano en las tomas en que las canciones son presentadas.

Destaca el uso de primeros planos que reflejan las más profundas emociones que manifestó la artista en diversas etapas de su vida, y el contraste de éstos a la hora de mostrar el paso del tiempo. Planos cerrados en ojos y boca, dejan en claro los sentimientos de felicidad, dolor, amor, desamor y amargura vividos por Violeta Parra, además del uso de blanco y negro como un constante al mostrar a Violeta siendo entrevistada.

La cinta es sencilla pero a su vez intensa, transporta hacia la memoria rural de un Chile que parece olvidado, personajes que simplemente reflejan la vida de campo, lenguaje, gestos, miradas que logran hacernos viajar por medio de paisajes con gallinas, casas de madera y piso de tierra, guitarras, folclore y baile.

No es necesario ser conocedor de la vida de Violeta Parra para ver la película, ya que esta se encarga de mostrar los elementos generales de la biografía de la chilena, pero un reproche es la leve pincelada que se le otorga a la relación que la protagonista tuvo con el resto de su familia en la niñez, sólo se abunda en Nicanor, su padre y como este marcó la infancia de la cantautora. Está bien, Violeta es la protagonista, pero no se debe olvidar mencionar el contexto familiar que condicionó el desarrollo de su vida como artista y persona.

A pesar del último elemento mencionado, “Violeta se fue a los cielos” es una joya del cine chileno, digna representante en instancias internacionales y que refleja fielmente el sentimiento de la vida rural que predominó en Chile y por supuesto las vivencias de una de las artistas más completas que el país tiene.

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