Cultura + IVA

«Por Catalina Hernández»

En casa de herrero cuchillo de palo, En un país que se jacta de ser la cuna de tantos buenos escritores, un gran porcentaje de chilenos lee poquísimos libros, la nada misma diría yo. Un dilema que nace única y exclusivamente por el excesivo impuesto (19%) que tienen los libros hoy en día en nuestro país, dejándolos a un precio inaccesible, en cuanto a lectura placentera se refiere.

Fuente: Consejo Nacional del Libro y la Lectura (Gob de Chile)

Siendo nuestro país generador de grandes de la escritura, maestros literarios que aún son objetos de estudio obligado en todos los sectores, secundarios, universitarios y consumidores culturales, los mismos que se preguntan ¿por qué la relación que tienen con la industria cultural es tan desequilibrada?,  es que el precio que tienen los libros en este territorio resulta muchas veces inalcanzable para el bolsillo de la ciudadanía común y corriente. Por la misma razón, es que muchos se quedaron sin leer a autores como Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Nicanor Parra, Alberto Fuguet, Alejandro Jodorowsky y un sin fin de nombres, que dan cuenta el talento literario que brota de nuestras tierras.

La discusión siempre ha estado: los libros deben o no tener impuesto en Chile, hay personas, me incluyo, que creemos que el impuesto a las ventas y servicios, conceptualmente el impuesto al valor agregado (IVA), el que tiene como objetivo subir el valor al precio de venta de un determinado bien o servicio, en nuestro caso, subirle el valor a las ventas que producen las pequeñas editoriales que a diario luchan contra este socialmente rechazado sistema, para así facilitar el proceso de producción, distribución y comercialización de los libros en nuestro país.  y que un impuesto de esta magnitud hace que nuestros compatriotas prefieran hacer filas y esperar horas por una venta nocturna en Ripley, que ir a comprarse un libro.

El precio de un libro cualquiera en las liberarías de nuestro estrecho y largo país  bordea entre los 5 y los 20 mil pesos, monto que enriquece a la industria de la piratería, ya que no es sorpresa que para quien gana los 193 o próximos 203 mil pesos de sueldo mínimo al mes sencillamente, si quiere leer, tiene que recurrir a las opciones más baratas.

Fuente: Campaña Ciudadana “Libros sin IVA” / www.librossiniva.cl

Pero, ¿Qué significa que a los libros se les aplique 19% de impuesto? en términos simples, que el Estado de Chile, específicamente el Fisco,  se apropie de casi un quinto del valor real de cada ejemplar. Esto significa que un libro que hoy cuesta 10 mil pesos, en la realidad debiera costar 8 mil.  Una cifra que a grandes rasgos no es menor, porque si lo analizamos, el disminuir el impuesto permitiría que sectores con menor poder adquisitivo se interesen por comprar libros, y así promover una lectura más amplia dentro de la sociedad, dejando de ser -como lo es hoy- un espacio exclusivo para personas con altos ingresos.

En 1970 Chile era el país más lector de Latinoamérica junto a Argentina. Tras la llegada de la dictadura, se fue perdiendo este título, datos que se grafican en un estudio realizado por la UNESCO en el 2000, donde expone que entre un 50 y un 57% de la población nacional, entre los 15 y 65 años, no era capaz de entender lo que lee. Un tema preocupante, más aún si consideramos que el precio de leer un libro en Chile, está por sobre el 20% más que cualquier otra parte del mundo. En Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Venezuela, Costa Rica, Ecuador, Argentina, Perú, México y Paraguay, entre otros países, el porcentaje de impuesto a los libros es de un 0%, nada menos. Mientras que en Europa, en países como Bélgica, Francia, Alemania, Grecia, Portugal, Suecia, Reino Unido, entre otros, no supera un 8%.

El mercado de la lectura resulta un mal negocio tanto para las editoriales, como para la comunidad, que ve como la cultura se esfuma dentro de una insensatez por mantener los libros como producto de élite. Desde que Pinochet impuso este ilógico impuesto, fueron los años los encargados de desmotivar la lectura para encontrarnos hoy con la vergonzosa ortografía y redacción en que están envueltas las nuevas generaciones.

Una sociedad sin cultura es una sociedad dominable, ni la ciencia, ni el arte, ni menos aún el imaginario humano tiene límites. Es por ende, indispensable, no restringir una herramienta tan útil de comunicación como son los libros. Leamos, y hagámos leer, regalen libros en vez de ropa, una buena novela muchas veces sirve para no sentir la presión de vivir en una sociedad restringida en términos culturales.

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